Posteado por: Javier | septiembre 16, 2011

El problema no es la evolución… es el «evolucionismo»

Uno de los asuntos que, sin duda, enfrentan más enconadamente a creyentes e incrédulos, sin duda, es Creación vs. Evolución, como dos respuestas totalmente distintas al origen del Universo, la tierra y el hombre.

El problema trasciende lo simplemente científico y llega a lo espiritual y lo político (casi todo es “político” en esta vida, no hay que olvidarlo). El “evolucionismo” no es solo la aceptación de la teoría de la evolución como una probable respuesta a lo que vemos hoy en nuestro medio, las especies vegetales y animales, incluido el hombre, sino un dogma que dicta la forma de organización de la sociedad y los sistemas políticos por los que se gobiernan los hombres. Normalmente, al pretender atacar los cimientos en que se basa la fe, los “evolucionistas”, supuestamente en base a la teoría científica, atacan la narración fáctica de hechos del Génesis, pues entienden que, derribando los pilares de los hechos (como “hechos literalmente ocurridos” y en la sucesión que narra la Biblia), se desmoronará el resto del edificio.

El tema lo vimos en una entrada de octubre del año pasado (https://lavozliberal.wordpress.com/2010/10/10/idolatria-ii/), en relación al movimiento “creacionista científico”, algo rechazable desde el punto de vista bíblico, al pretender amoldar el relato del Génesis a las hipótesis de la ciencia sobre el pasado de nuestro planeta, y muy absurdo como vimos aquí: https://lavozliberal.wordpress.com/2011/06/12/la-biblia-y-los-humanistas-no-hay-neutralidad/, puesto que la existencia de Dios, como testifica la propia Biblia, se acepta por fe, no por evidencias empíricas ni obtenidas de la experimentación o comprobación.

Normalmente, muchísimos creyentes aceptan la literalidad fáctica del relato de los primeros capítulos de Génesis, y es algo respetable. Pero no hay que perder de vista que, más allá de la letra, hay que tener en cuenta el contexto en que el autor bíblico recibe la revelación de Dios y el propósito de esa revelación.

El Antiguo Testamento provee una respuesta a la pregunta acerca de CUÁL es el origen del hombre. Los primeros once capítulos del Génesis exponen los hechos esenciales respecto a la Creación de este Universo y del hombre. En el registro escrito del proceder de Dios con el hombre, estos capítulos penetran en el pasado más allá de lo que ha sido establecido o corroborado definitivamente por la investigación histórica, científica y paleontológica. Con razonable seguridad, sin embargo, el  creyente acepta inequívocamente esta parte de la Biblia como el “primero” (y el único auténtico) relato de la Creación del Universo por Dios.

¿Cómo deberemos interpretar esta narración del principio del hombre y su mundo? ¿Es mitología, alegoría, una combinación contradictoria de documentos, o la idea de un solo hombre acerca del origen de las cosas? Otros escritores bíblicos la reconocen como una narración progresiva de la actividad de Dios al crear la tierra, los cielos y el hombre. Pero el lector moderno debe guardarse de leer más allá de la narración, interpretándola en términos científicos, o asumiendo que es un almacén de información sobre ciencias recientemente desarrolladas. Al interpretar esta parte de la Biblia, o cualquier otro texto a tal objeto, es importante aceptarla en sus propios términos. Sin duda alguna, el autor hizo uso normal de símbolos, alegorías, figuras del lenguaje, poesía y otros recursos literarios. Para él, al parecer, constituyó un registro sensible y unificado del principio de todas las cosas, tal como le habían sido dadas a conocer por Dios mediante medios humanos y divinos.

La Biblia es Escritura revelada por Dios a hombres en un determinado contexto histórico y geográfico, con intención de ser una revelación a los hombres de todas las épocas a fin de darle a conocer su naturaleza caída y pecaminosa y su necesidad de arrepentimiento y de abrazar a Jesucristo como único Salvador. Los primeros capítulos de Génesis constituirían un “proto-Evangelio”, de hecho, en el Capítulo 3, versículo 15, se dice: “Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. Lo dicho en este versículo se cumple en Cristo, la simiente de la mujer, aparentemente vencido por la muerte, pero que, sin embargo, en Su resurrección hiere a Satanás en su propia cabeza. Es el “esbozo” que reciben los hombres del tiempo en que es escrito el primer libro de la Biblia, cuando aún no tenían el resto de libros de la revelación, de la necesidad de un Salvador. En cada momento de la revelación, han sido salvos los hombres que por fe han creído en lo ya revelado por Dios, y en este caso no sería menos. Es inexacto y erróneo colocarnos al enfrentarnos con el Génesis en una situación como si hubiera sido escrito en nuestros tiempos, aunque su contenido como revelación divina sea “verdad literal” y válida eternamente.

El tiempo comprendido por este período de la creación no se indica en ningún lugar de las Escrituras. Los demás acontecimientos de esta era no pueden ser fechados con exactitud. Intentos de interpretar las referencias genealógicas que se contienen en Génesis como una cronología completa y exacta, no parecen razonables a la luz de la historia secular. Aunque la narrativa sigue, en general, un orden cronológico, el autor del Génesis no sugiere en forma alguna una fecha exacta, dentro de la cronología humana, para la Creación.

Tampoco nos son conocidos los detalles geográficos de este período. Es improbable que lleguen a ser identificadas las situaciones del Edén y algunos de los ríos y naciones mencionados. No se señalan los cambios geográficos habidos con la expulsión del hombre del Edén y con el diablo. Al parecer, están más allá de los límites de la investigación humana.

El relato del Génesis, seguramente, es, no una explicación científica de cómo se originó el Universo y la Tierra, sino de quién los creó y los ordenó, y una parte de la explicación del plan de salvación de Dios para una parte de la humanidad caída.

Pensemos en los seis días. Podemos, literalmente, interpretar que se trata de  días de 24 horas, pero, teniendo en cuenta que Dios es omnisciente, está fuera del tiempo y un día no es límite para lo que Él pueda hacer. Según la Biblia, además, se dice que en “el último día descansó”, cuando es omnipotente, es un absurdo interpretarlo literalmente como que ese “día” estaba tan “fatigado”, después de toda Su obra, que tuvo que echarse a descansar. Más bien, el relato de la obra de la Creación en seis días, con el séptimo de reposo, lo que nos está prescribiendo es que donde tenemos que descansar es en la obra perfecta y concluida de Cristo, tanto en la Creación del mundo como en la Cruz, culminada en la Resurrección el último día de la semana.

El “evolucionismo”, en todo caso, es rechazable como explicación del origen de todo (pues así no se queda en una teoría científica sino que pasa a ser un dogma “político” que lo impregna todo de relativismo) o como defensa de que el hombre no es más que un “mono parlante” (aunque haya muchos casos de que sí que más de uno pueda ser considerado un mono parlante, o poco más que una ameba, incluso, no hay más que mirar la infección de trolls que he sufrido en las últimas fechas), la evolución, de haberse producido tal y como defienden los científicos, puede ser uno de los medios auxiliares de que Dios se sirvió para el perfeccionamiento del mundo y de sus criaturas vivas (la Biblia no lo contempla expresamente, pero ya digo que no es un manual científico que se ocupe de esto), pero de ningún modo puede ser el motivo o causa de su existencia.

El argumento de la “organización por evolución”, o de que todo surgió espontáneamente de la nada, está basado en la casualidad y hay muchas cosas en el orden del mundo y la naturaleza están demasiado bien dispuestas para ser producto de la simple casualidad. Una “evolución” no dirigida por Dios se habría destruido a sí misma, pues por cada resultado acertado miles de no acertados habrían hecho nulo el acierto. Realmente, si la evolución fuera cierta, GLORIA A DIOS POR ELLA.

El “evolucionismo” no explica la evolución como una hipótesis fundada científicamente que puede explicar nuestro mundo, sino que toma esa teoría y la eleva a la categoría de dogma (porque, realmente, lo es, aquello fijado como verdad incuestionable no es menos dogmático que cualquier contenido de la Escritura) que considera al hombre como un ser en permanente “mejoramiento”, no solo en el plano biológico, también en el moral y el social. No solo busca exponer una teoría científica, sino utilizarla  para desplazar a Dios. En las aulas de los colegios públicos esto es más que evidente: la única cosmovisión válida es la evolucionista. El adoctrinamiento fundamental que se lleva a cabo en las escuelas públicas es que el mundo existe y puede entenderse sin referencia a Dios y su acto creativo como la fuente de todo significado. Esta presuposición religiosa es, en principio, una negación del Dios de la Biblia y una afirmación de la autonomía humana de Dios. Es la concepción del pecado original, que el hombre puede determinar por sí mismo lo que constituye la verdad sin referencia a Dios. Lo que el niño obtiene en la escuela es una completa cosmovisión, un adoctrinamiento completo en términos de una religión que niega, en principio, al Dios de la Biblia. El niño no obtiene simplemente lecciones en asignaturas específicas desde un punto de vista «religiosamente neutral».

Del evolucionismo surge un concepto como el de la «adolescencia»: el adolescente es alguien en una fase «híbrida» dentro de su maduración, a medio camino entre el niño y el hombre adulto. Siendo en parte niño y en parte adulto, sin embargo, reclama para si mismo las «prerrogativas» de un adulto pero, no obstante, rechaza las responsabilidades adultas. Cada vez llega más lejos esta situación de adolescencia, hasta el punto de que, hoy día, vivimos en sociedades totalmente infantilizadas. El evolucionismo pretende que los valores no son inmutables, sino que han ido «evolucionando» y mejorando desde los «oscuros» tiempos pasados hasta concluir su «evolución» en la actualidad. Igual ocurre con los sistemas políticos y económicos. El hombre no se rige por principios ciertos ni por verdades, sino que estos van «mejorando» supuestamente mientras se le apilan años y siglos encima.

El problema no es en sí la teoría de la evolución, que tiene elementos debatibles, sino la elevación del evolucionismo a categoría religiosa y dogmática. No obstante, el conocido como «creacionismo», en si mismo, es igualmente rechazable desde un punto de vista racional y bíblico, pues no es más que una reacción frente al evolucionismo que pretende combatir sus conclusiones construyendo sus argumentos en los mismos términos.


Respuestas

  1. Totalmente de acuerdo con su conclusión Javier.

    Añado algunas cosillas:

    Es muy cierto lo de la infantilización — es la rebelión permanente contra la responsabilidad que supone ser adulto — el Estado de Bienestar es un ejemplo — la idea de un «padre protector permanente» (esta vez en forma idólatra – El Estado).

    Se ha pasado de ser joven, y luchar para ser hombre a ser «adolescente» y NO querer ser «como esos adultos retros». Antiguamente para un varón, era un honor que le diésen una pistola, era señal de madurez…señal de que el padre le transmitia confianza al hijo y se desarrollaba ese «enlace» permanente — PADRE + HIJO, siguiendo por supuesto las leyes de Dios.

    Desde que se «absolutiza» la libertad en sí misma como valor supremo, en vez de LIBERTAD BAJO LA LEY, tenemos algunos de estos problemas morales.

    En cuanto a la literalidad del Génesis, usted ya conoce mi postura. Esos cristianos son muy libres de querer ser literalistas, pero nos hacen un flaco favor y lo que es peor, a Dios mismo, pues casi parece com que se estuvieran hasta burlando de Dios, al limitarlo al entendimiento humano absoluto. DIOS NO LES NECESITA PARA DARSE A CONOCER.

    España es un perfecto ejemplo de una sociedad infantil y por supuesto anticristiana y liberticida en muchos aspectos – el español normalmente, si no es cristiano reformado, teme a la muerte y la soledad. Les horroriza pensar en la responsabilidad: «ohh, hay que ponerse condón porque si no, igual quedo embarazada», mientras que lo cierto es que «SÉ QUE ME VOY A MORIR» y «ESTAMOS SOLOS» en la terra es el principio de la sabiduria (junto con el TEMOR A DIOS Y SUS LEYES).

    El «adolescente» español no puede soportar estar solo ni hablar de cosas desagradables. Su mundo es la pandillita…¿y qué vida llevan? Normalmente lo que asociamos con «adolescencia» es música rock, consumo de drogas, sexo desenfrenado, griterío, orgías (vamos, American Pie total).

    Es difícil imaginarse un ser más peligroso que uno que no sea cristiano – no saben lo que es la seguridad y la satisfacción – quizá por eso la canción de los Rolling Stones, «I can’t get no satisfaction» sea TAN ENORMEMENTE POPULAR Javier, entre los humanistas.

    Bueno, eso es todo por ahora. Saludos.

  2. De la infantilización de la sociedad es algo que traté en la sexta entrada del Decálogo, el Estado, mediante el «estado de bienestar», pasa a ser el nuevo «padre» que trata como infantes a una gente cada vez más inmadura en todos los sentidos, pero un padre cada vez más amoral por otro lado, no es capaz de proteger a sus «hijos» y sin embargo lo que hace es inmoralizarlos cada vez más. Y, a la vez, normalmente, lo que se desea es que esa situación no se acabe nunca, tener si es posible la pandillita hasta los 40 años y que sobre algo de dinero pero para quemarlo el fin de semana con la pandillita. Es impresionante la obsesión que hay en España con la «pandillita», no se puede ir ni de aquí a la esquina si no es con la pandillita y si alguien que te conozca te ha visto solo en algún sitio es muy típico que te pregunte «oye, ¿qué hacías en tal sitio?», «oye, ¿dónde ibas tal día?». Hay verdadero terror a la soledad, es verdad.

    Más o menos tengo una idea similar en cuanto a la interpretación del Génesis. Si nos quedamos en el literalismo del texto, en lugar de comprender quien fue su autor y determinar la época, el lugar y las circunstancias en que escribió, y el propósito, estamos «achicando» a Dios: por ejemplo, Dios no necesitaba barro para crear a un hombre o no necesitaba necesariamente tomar una costilla de ese hombre, después de sumirlo en un sueño, para crear una mujer. No sé si la tierra tendrá tantos millones de años de antigüedad como dicen los científicos, pero está claro que incluso esa cantidad de años es irrelevante para Dios, quien está fuera de ese concepto que es el tiempo.

  3. Javier.

    Entonces, si no interpretamos en el sentido literal el Genesis, se nos crea un problema ¿como interpretamos el pecado original?
    Me explico, son la literalidad del texto, yambien desaparece la literalidad del hecho de la manzana y la serpiente. Si bien el resto del Genesis puede interpretarse como que Dios creo todo, ¿como interpretamos el episodio de Eva y la manzana? ¿Como interpretamos el pecado original? ¿Es que somos malos por naturaleza? ¿Acaso Dios nos creo pecadores y con pecado aposta? ¿No crees que queda, respecto al hecho del pecado original, un poco cojo el relato biblico si desposeemos de su literalidad al Genesis? Aun mas ¿nunca existio un Eden? ¿Nunca existio un periodo anterior al pecado pleno de Gloria del Señor del que disfrutaron Adan y Eva? ¿Creo Dios a la humanidad a partir de tan solo 2 individuos o creo a muchos a la vez?
    No creo que se pueda desposeer al Genesis de su literalidad y explicar todo los conceptos plenamente, maxime cuando ahora la genetica ha demostrado que todos los hombres provenimos de los llamados «Adan y Eva cientificos».

  4. Rubén, no, en ese punto no voy a dar la razón a los evolucionistas ateos pues su ataque al Génesis va directo a borrar cualquier responsabilidad o culpa del hombre, ese es el génesis, nunca mejor dicho, del humanismo secular. A lo que me refiero es que más que literalmente verdad, el relato de Génesis es la verdad literal. Me refiero, la Biblia enseña que el hombre y la mujer fueron creados por Dios y para Dios, y encuentran significado para su existencia solo en amarle, glorificarle, y hacer Su voluntad, existimos por la benévola voluntad y poder de Dios, y no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino a Dios que nos hizo para Sus propios propósitos y beneplácito, hasta ahí de acuerdo. Además pienso que primero fue Creación, después Dios permitió la caída (no fue algo que le pilló «por sorpresa»), eligió a algunos, excluyendo al resto, proveyó la salvación en la Cruz para esos elegidos, e hizo el llamado a ellos para salvación, todo ello para Su propia gloria.

    Lo que pienso es que igual que el resto de la Biblia no tiene la pretensión de ser un manual histórico minucioso, es más en ocasiones los episodios ni siquiera están ordenados cronológicamente, lo que Dios en Su inspiración entiendo que da al autor del Génesis son distintas imágenes de la creación de una forma inteligible para el hombre (en aquella época, unos 2000 años antes de Cristo, no éramos menos listos, como pensaría un evolucionista, pero, por ejemplo, no conocíamos la genética). De ahí lo que hemos comentado Alfredo y yo sobre los días de la creación, no sabemos si literalmente son días de 24 horas, pues Dios no está limitado por ese marco de tiempo, que es algo totalmente humano. Y llega más allá de lo que llega la paleontología pues lo cierto es que la Biblia nos da una respuesta a la condición del hombre que la ciencia aún no nos ha dado (salvo que tomemos en cuenta a esos ambientalistas que dicen que el hombre es un animal más, con la única diferencia de que habla por la boquita).


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