Posteado por: Javier | enero 22, 2013

Más libertad en el Reino Unido

¡Una magnífica noticia la del jueves pasado en Reino Unido!

El gobierno británico ha aceptado reformar la conocida como «Sección 5«, dentro de la Ley de Orden Público, la cual restringía fuertemente la libertad de expresión sobre opiniones supuestamente insultantes (un buen ejemplo de que tampoco hay que estar endiosando todo el día a los anglosajones como si en todo fueran más «libres» que nosotros).

Es la victoria de la campaña de una plataforma denominada «Reform Section 5», la cual, curiosamente había agrupado tanto a gente tan variopinta como ateos, como gays o cristianos, bajo el lema «Fell free to insult me» («Siéntase libre de insultarme»). Exigían precisamente eso, que las supuestas “palabras insultantes” dejaran de ser ilícitas.

Al principio, tanto los conservadores como los laboristas se habían mostrado en contra de la reforma, sin embargo, en una votación en diciembre en la Cámara de los Lores, la iniciativa consiguió una clara victoria con 150 votos a favor por solo 54 en contra. Aparte, una encuesta de una consultora externa (ComRes) había dado a conocer que el 62% de los parlamentarios británicos también estaban a favor de la reforma. Todo ello ha llevado a que la Ministra de Interior del Gobierno de Cameron, Theresa May, haya anunciado la reforma de la Ley.

La famosa sección 5 de la Ley de Orden Público de 1986 dice que una persona “es culpable de un delito si (a) emplea palabras o conductas amenazadoras, abusivas o insultantes, o (b) exhibe un texto, cartel o cualquier otra representación visible que sea amenazadora, abusiva o insultante, al alcance del oído o la vista de una persona que probablemente vaya a sentirse acosada, alarmada o angustiada por ello”.

La madre del cordero es este término «insultante» que ha provocado numerosos abusos y casos de detenciones absurdas, aunque muchas al final no hayan llegado a nada.

Algunos como el de un estudiante de la Universidad de Oxford fue detenido en 2005 por preguntar a un agente de la policía montada: «Disculpe, ¿Es usted consciente de que su caballo es gay?». O el de Kyle Little, de 19 años, acusado y condenado (aunque luego absuelto tras el recurso presentado) por lanzar lo que se calificó de “un gruñido tonto” y un “guau guau” a dos perros labradores. También el de un chico de 16 años al que citaron ante el juez por presentarse ante la sede central de la Iglesia de la Cienciología en Londres con un cartel que decía “La cienciología no es una religión, es una secta peligrosa”. Igualmente el de un activista pro-homosexual llamado Peter Tatchell, detenido y acusado de gritar eslóganes y mostrar pancartas que criticaban a los Gobiernos islámicos por perseguir a gays, bisexuales y transexuales. Y, asimismo y entre otros, el de un predicador cristiano evangélico condenado y multado por mostrar un cartel casero en el que, junto al lema “Jesús es el Señor”, proclamaba “No a la inmoralidad, no a la homosexualidad, no al lesbianismo”.

La Ley tenía como fin «prevenir el acoso», de ahí lo de «… al alcance del oído o la vista de una persona que probablemente vaya a sentirse acosada, alarmada o angustiada por ello”, pero se ha convertido en una licencia casi total para que la policía sea la que acuse a mucha gente por chorradas de las más nimias.

Esto de «probablemente» causa muchos problemas. A diferencia de la sección 4 de la misma ley, y de la legislación británica sobre la «incitación al odio por motivos religiosos o de orientación sexual», no requiere ninguna prueba de que haya intención de causar acoso, alarma o angustia. El criterio por el que se rige es “probablemente”. ¿Quién decide lo que es “probablemente”? En la calle, la policía. Sí, esta claro que en la inmensa mayoría de los casos saldrás libre y sin cargos (gracias a Dios, el Reino Unido no es Venezuela, ni Ecuador ni ninguna república bananera de las que se les ocurra), pero ¿qué necesidad de una detención porque «probablemente» alguien se vaya a sentir «acosado, alarmado o angustiado»?

El Gobierno de Cameron había venido diciendo que la eliminación de la palabra «insultante» de la sección 5 obligaría a los tribunales a estar constantemente distinguiendo entre «insultante» y «abusivo o amenazador». No obstante, según un informe legal del antiguo director de la Fiscalía de Reino Unido, Lord MacDonald, redactado en 2011, es perfectamente posible distinguir entre los significados de las palabras: es precisamente lo que hacen los jueces todo el tiempo.

Ya vemos: en el Reino Unido eran (por lo menos hasta la semana pasada) mucho más liberticidas que nosotros en esta cuestión de la libertad de expresión. Hombre, no obstante, mucho más liberal es el criterio en EEUU: allí los jueces son muchísimo menos proclives a admitir querellas porque «es que me han insultado» o «injuriado», o por difamación, aunque también depende del estado (hay casos abusivos como el estado de Colorado, donde no están permitidos los insultos «a los muertos»). En EEUU basta con alegar que los insultos solo son «tu opinión» para que protejan tu libertad de expresión.

Perseguir penalmente las injurias no tiene sentido ninguno y es un ataque brutal a la libertad de expresión. ¿Qué pintan los juzgados del orden penal defendiendo «el buen nombre» de sujetos privados»? Para eso están los juzgados del orden civil.

Gracias a Dios, cada vez menos gente se toma en serio, y más como una broma eso de la «reputación» o del «derecho al honor». ¿Qué es eso de un «derecho al honor»? ¿Desde cuando eso es un «derecho»? El «honor», el ser alguien «honorable» o se adquiere o no se adquiere, no es algo que alguien tenga encasquetado de nacimiento. ¿Cómo va a existir un supuesto y fantasmagórico «derecho al honor» cuando hay tantísimos que no tienen, ni conocen, eso llamado «honor?


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