Que ejecuten a este terrorista

En Noruega no existe la pena de muerte, simplemente sería mi deseo. Todavía me cuesta mucho concebir cómo hay quienes tienen dudas de que el destino de una alimaña como esta deba ser otro más que el cadalso y adelantar por unos años su entrada en el infierno, el sitio que tiene reservado salvo que se arrepienta ante Dios de sus crímenes.

Impresionante y sobrecogedora la matanza que ha perpetrado este criminal elemento, cuando el viernes irrumpió a tiro limpio, disfrazado de policía, en uno los campamentos que la Liga Laborista Juvenil, la rama juvenil del Partido Laborista Noruego, celebra en verano en la isla noruega de Utoya, acabando con la vida de 93 personas, dos horas después de que, en Oslo, la capital del país nórdico, una bomba matara a siete, y dejara heridas a otras 15, hasta lo que se conoce de momento.

Hay que estar y ser solidarios con un pueblo pacífico y democrático como el noruego, que ha sufrido un ataque terrorífico a una de las libertades fundamentales del individuo, como es la de reunión y participación políticas, la libre expresión de ideas, en este caso, las socialdemócratas del Partido Laborista.

Eso sí, esperemos que esto no lleve a una restricción de libertades políticas o religiosas (ya que el tipo se calificó como «cristiano» en su perfil en Facebook, algo en lo que entraré enseguida). Simplemente a tener conciencia de que, al ser sociedades libres, somos muy vulnerables. Ya dije en una entrada anterior que la libertad ideológica no está reñida con la vigilancia a elementos que, por sus señas distintivas y lo que manifiesten, den todas las señales de ser unos terroristas en potencia.

Anders Breivik, desde los 20 años, se declaraba como una persona de extrema derecha, y en su perfil de Facebook publicó unos cuantos textos que resultaban, como poco, controvertidos. El perfil de esta red social lo cerró temporalmente, y luego abrió uno nuevo en el que, principalmente, colgaba vídeos musicales. En su página de Facebook, Breivik afirmaba ser soltero, cristiano, de ideas políticas conservadoras, y en sus intereses figuran el culturismo, la caza, la música chill y la masonería. Además, le gustaban los videojuegos «World of Warcraft» y «Modern Warfare». Qué «curioso» que no se haya resaltado su interés por la masonería y sí que se declaraba «cristiano». Es más, incluso el diario progre «Púbico» publica la foto de su perfil personal recortada: en la misma no se ve el mandil de la masonería a la cintura. Habrá que suponer que ha sido solo un «descuido». Más aún, cuando, según informa el canal noruego TV2, el nombre de Anders Behring Breivik figura en los registros de la logia masónica «John Lodge». Pero, para los amigos del mandil en España, ese detalle no existe: lo fundamental es que se declara «cristiano» y es «un fundamentalista cristiano». Aunque el crimen, de ninguna manera, tenga visos de tener una motivación «religiosa».

Breivik, según todos los indicios de su perfil en la red social, es un nacionalista radical, opuesto al multiculturalismo, y un visitante asiduo de la web Document.no, un portal islamófobo, al cual ya es imposible acceder, con noticias y opiniones racistas y antimusulmanas. El asesino noruego también pensaba que la política actual no giraba ya en torno al socialismo o al capitalismo, sino que actualmente la lucha se encontraba entre el nacionalismo y el internacionalismo. Algo totalmente inquietante. Y está totalmente equivocado. La gran pugna ideológica sigue siendo entre capitalismo y democracia liberal, por un lado, y socialismo, por otro. Solo que, individuos neo-nazis y fascistas como él, están en el bando socialista, aunque su lucha sea un poco distinta a la del socialismo internacionalista. Realmente, hechos como estos son las consecuencias del nacionalismo extremo (que no patriotismo, el patriotismo es amor a lo propio, mientras que el nacionalismo es odio a lo ajeno).

Dice que la matanza de estos inocentes era algo «necesario». Lo verdaderamente necesario sería una buena soga en su cuello.

Por otro lado, como he venido diciendo, este fin de semana, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, hemos tenido el espectáculo de algún que otro medio hablando de este sujeto como «cristiano fundamentalista». No voy a perder ni un segundo de mi valioso tiempo explicando a los medios de comunicación humanistas seculares cuál es la diferencia entre ser un cristiano «nominal» o «cultural», alguien que diga «ser cristiano», con un verdadero cristiano, renacido por la gracia de Dios, ni por qué la mayoría de quienes se dicen cristianos no lo son en realidad. El Papa de Roma se dice cristiano y, sin embargo, es un enemigo de Jesucristo, sin ir más lejos, pero hay más ejemplos, muchos más, incluso dentro de iglesias nominalmente cristianas.

Dice ser «cristiano». Pues, en un sistema cristiano, en lugar de uno humanista secular, Breivik sería ejecutado por su crimen. Además, ejecutado en el nombre de Dios. Y a no muy tardar, con una justicia que funcionaría con mucha más celeridad.

Fíjense en este artículo. Aparte de que no se resalte que el fulano este era un nacionalista radical (nada que deba sorprender, conociendo las relaciones y simpatías históricas de la izquierda en España con el nacionalismo, incluido el que lleva 50 años poniendo bombas y asesinando, como este efebo rubio noruego), si no fuera porque ha sido pergeñado por un progre de «El Mierdal», sería muy similar al de algún derechista paleto «typically Spanish», espectador de «Intereconomierda», que dijera que hay que «prohibir el Islam» o que en Arabia Saudí o Qatar «te cortan una mano por robar una manzana» (algo falso, por otro lado).

No obstante, los cristianos legítimos deben estar tranquilos. Esto no es algo que se salga del guión. Lo normal de ser cristiano es sufrir rechazo, persecuciones y calumnias del mundo. Hasta aquí nada raro y, el que los medios de comunicación sean la punta de lanza de todo esto, es lo esperable.

El cristianismo no genera «criminales» ni «asesinos» como dice el progre del Solana. El cristianismo legítimo nunca ha perseguido a nadie, puesto que el destino del cristiano, en boca del propio Jesús, no es ser perseguidor sino perseguido. Seguramente, al hablar de que «genera crimenes» confunde «cristianismo» con la Inquisición católica en España o con iglesias como la Iglesia de Inglaterra o las persecuciones de algunos príncipes luteranos en la Alemania del siglo XVII, sangrientas en todos los casos, pero yo hablo de cristianos legítimos, no de iglesias o instituciones que hayan llevado el nombre de “cristianas” sin serlo. En nombre del “cristianismo”, sí, sí que ha habido algunas persecuciones. ¿Le parece poco al tal Solana las persecuciones sufridas por el cristianismo? Roma, el judaísmo en el siglo I, la Inquisición, los nazis, el comunismo… ¿No ha sido suficiente persecución todavía? Y tampoco hay que irse a persecuciones sangrientas. Hace un año arrestaron a un pastor en Escocia por decir que la homosexualidad era pecado pero que los cristianos no odiaban a los pecadores sino al pecado. Y eso es lo que queda en los próximos años.