Posteado por: Javier | agosto 7, 2012

Los jóvenes y el noviazgo: conduciéndonos bíblicamente

Vamos a entrar en esta segunda parte a explicar los fundamentos del cortejo bíblico, lo que hasta hace décadas era lo normal entre los jóvenes cristianos, confrontándolo con el «método moderno» para encontrar esposa, lo que ha venido en llamarse «echarse novia» (en la literatura norteamericana sobre el tema lo que es llamado como «citas recreativas», un término bastante adecuado a su esencia).

El cortejo bíblico es simplemente la alternativa bíblica a una de las más desastrosas y destructivas prácticas en la cultura occidental: las citas recreativas, o también llamado el “noviazgo”. El noviazgo moderno es la cita “amorosa” o relación entre dos jóvenes sin el propósito de casarse. La Biblia no contempla expresamente algo como el «noviazgo» pero sí contiene principios sobre cómo deben conducirse los futuros esposos mientras se están preparando para el matrimonio.

El que hoy día suene un poco «desfasado» (o «anticuado») o utópico esto del cortejo bíblico no quiere decir que no esté totalmente fundamentado en principios bíblicos. La idea moderna de las citas no está basada en absoluto en la Biblia sino que es más bien un subproducto de una cultura apóstata y post-cristiana. Esa es la pura verdad. En el siglo XIX (y antes) la mayor parte de los hombres y mujeres eran unidos y preparados para el matrimonio por medio de este proceso controlado por el padre llamado cortejo. Con el surgimiento del sistema de citas, son los jóvenes, completamente inmaduros en muchos casos, los que toman el control del inicio de sus relaciones con el sexo opuesto. Allá por los años 30 del siglo pasado se produjo un giro cultural por el cual, contrariamente a lo que había sido hasta entonces, los jóvenes llegaron a controlar el proceso con poca o ninguna supervisión por parte de los padres. Las citas recreativas llegaron a ser la norma. Tanto en los EEUU como en el resto del mundo occidental. En esto influyeron factores socioeconómicos tales como la industrialización. Muchos hombres y mujeres jóvenes se mudaron de las pequeñas poblaciones agrícolas a las grandes ciudades. Sucedió el surgimiento de la industria cinematográfica que promovía un concepto anti-bíblico del romance y la sexualidad. Factores todos estos de los que he hablado en la entrada anterior. Sin embargo, la principal razón para el giro del cortejo a las citas fue que la mayor parte de las iglesias cristianas dejaron de predicar todo el consejo de Dios, así como que los padres cristianos claudicaron abandonaron su responsabilidad bíblica de supervisar las relaciones de sus hijos y guardarles de la cultura pagana, de impedirles el actuar neciamente y el cometer maldad. Pablo dice «No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Romanos 12:2). Las condiciones socio-culturales actuales no son coartada ni excusa para autojustificarnos. La VERDAD siempre es la VERDAD.

El mecanismo de las citas más o menos siempre es el mismo. Un chico conoce a una chica (o viceversa), le parece guapa, agradable o simpática, y le pide una cita a solas, «como amigos» o «a ver qué pasa». Ni por asomo se le pasa por la cabeza un futuro matrimonio, simplemente desea salir con ella porque «le gusta», es decir, le gustan sus atributos naturales, sean físicos o de carácter. Esto es importante puesto que normalmente se tiene como digno de mayor estima que te guste una chica por «su interior», como se suele decir, que porque sea guapa, cuando lo mismo da: lo que te atraen, en un caso u otro, son atributos naturales que crees que te van a dar una satisfacción personal. Debe quedar claro desde el principio que estas citas recreativas o noviazgo es pecado. Dices «¡NO PUEDE SER! ¿Qué estás diciendo?»

SÍ. Por ejemplo, dos jóvenes de dieciséis años quieren estar juntos en una relación y compartir experiencias diversas: esto es pecado. Puedes pensar que es incorrecto decir que esto sea pecado, pero eso no cambia nada. Las únicas relaciones amorosas que la Biblia contempla como lícitas entre un HOMBRE (importante, un hombre, NO un niño) y una mujer, son las encaminadas a que algún día contraigan matrimonio.

¿Pero por qué suena esto tan raro? Porque estamos ignorando lo que dice la Palabra de Dios. Porque nuestra moderna cultura no es producto de un cristianismo bíblico. No vivimos en países cristianos. Vivimos en países gobernados por ideas, filosofías, teorías y prácticas anti-bíblicas. Por lo tanto, debe ser una luz roja de alerta el que nuestras prácticas en la iglesia se conformen a la cultura y a las prácticas en el mundo que nos rodean. Desde hace tiempo, casi no existe ninguna diferencia entre las citas en el mundo y las citas entre jóvenes que se dicen cristianos. Los mismos problemas que viven los jóvenes incrédulos son los que viven los jóvenes que se congregan en la iglesia ¿Por qué? Porque no estamos viviendo bíblicamente.

Hacemos lo que bien nos parece y la principal responsabilidad no es en absoluto de los jóvenes (ellos, al fin y al cabo, todavía no son bíblicamente maduros), sino de los padres y pastores de la iglesia. Si ellos mismos no son capaces de tomar sus biblias y mostrarnos qué dice Dios sobre cómo deben conocerse dos jóvenes, cómo debe ser su acercamiento cuando quieran relacionarse o cuándo debe un chico empezar a pensar en el sexo opuesto, ¿cómo les van a enseñar?

Las citas recreativas o noviazgo moderno es tan distante de la Escritura que ni siquiera son mencionadas en ellas. La Biblia no dice nada acerca de las citas modernas. Es un fenómeno reciente, como he venido diciendo, que tampoco se puede encontrar en los anales de la historia de la humanidad. Estas citas o relaciones de noviazgo modernas tienen su origen en la impiedad y en los deseos de la carne, y no en la Palabra y el Espíritu de Dios. Es una práctica mundana que suele llevar a la destrucción.

¿Por qué las personas mantienen citas sin ninguna intención real de unirse en matrimonio? Por ejemplo, un joven viene y dice: “Quiero salir con esa chica”,y entonces se le pregunta: “¿Tan pronto estás pensando en el matrimonio?”. El joven replica:“¡Claro que no!”, a lo que se le puede cuestionar: “¿Entonces, en qué estás pensando?”. El deseo hacia otra persona sin la intención seria de unirse en matrimonio revela inmediatamente la intención pecaminosa de disfrutar de los placeres sensuales y hallar diversión egoísta sin ninguna responsabilidad a costa de la integridad física y moral de otro. Por lo tanto, la pregunta más urgente que todo joven debe hacerse es ¿Por qué quiero salir con esa chica o con ese chico? Si no es para casarse y formar una familia ¿Entonces para qué? Mediante las citas lo que se hace es jugar, con la diferencia de que el juguete no es una cosa inanimada, un perrito, etc…, sino una persona. El adjetivo «recreativo» es muy apropiado pues lo que se busca es utilizar a otra persona como medio recreativo. No hay asunción alguna de responsabilidades. Si la otra persona deja de ser recreativa para mí, no hay problema: «corto» con ella, y a otra cosa, ya encontraré a otra que me entretenga más. Así de sencillo.

 El salir con otra persona porque “me gusta”, “me agrada” o “me parece interesante” no es suficiente. El compromiso matrimonial demanda sacrificios y responsabilidades muy altas. Por lo tanto, la tendencia moderna a mantener una relación de noviazgo sin la seria intención de casarse sólo es producto de la necesidad de satisfacer pasiones personales sin asumir dichos compromisos delante de Dios y de la persona con la que te estás relacionando.

Un padre mantiene, cuida y sostiene a su hija. Un esposo hace lo mismo con su esposa. Pero un joven puede estar buscando a otra joven sin la mínima intención de hacerse cargo de ella como corresponde en una relación matrimonial, y de hecho, puede estar satisfaciendo sus necesidades egoístas de juego y distracción sin reparar en todo lo anterior. Es más, normalmente, es el padre del joven quien le sostiene mientras mantiene su relación recreativa con la chica.

Otra característica del noviazgo moderno es cómo está influido por la mentalidad consumista de nuestro tiempo, trasladada a las relaciones interpersonales: “debes probar muchos modelos antes de quedarte con el correcto”. Por ello, muchos jóvenes razonan: “voy a probar con esta persona, y si me gusta, entonces lo tomaré en serio”. Prácticamente, todas las citas son un «vamos a ver qué pasa». Si todo va más o menos bien, los dos jóvenes llegan a ser lo que se llama ser «novios». Sin embargo, es mentira que deban “probarse” varias parejas: hay muchos matrimonios felices en donde el hombre y la mujer nunca conocieron otra persona antes de casarse, y hay muchos divorcios que provinieron de personas que tuvieron múltiples parejas antes de unirse en matrimonio.

Por tanto, el noviazgo moderno es anti-bíblico porque entrena a los jóvenes a tomar las relaciones de pacto entre un hombre y una mujer de manera liviana. Con las citas modernas la meta de la relación es primero el placer personal ( tener mucha diversión), luego, en segundo lugar, desarrollar sentimientos románticos y emociones fuertes, luego, en tercer lugar (en algunos casos) la realización de algún tipo de compromiso (llegar a ser novios). El compromiso matrimonial es solamente una posibilidad futura, en el mejor de los casos. El compromiso, como mucho es, de momento, no tener citas con otras personas del sexo opuesto, pero este así llamado compromiso de cita puede ser disuelto por cualquiera de las partes en cualquier momento por cualquier razón que sea sin ningún tipo de consecuencia negativa civil o social.

Los jóvenes despiertan al sexo opuesto en un momento de sus vidas, pero eso no significa que estén listos para casarse, sino que es una señal de que están listos para PREPARARSE. Es tarea de los padres cuidar a sus hijos para que este despertar no ocurra prematuramente. El único que bíblicamente tiene derecho de participar en una relación con el sexo opuesto es un hombre, y no un niño. La adolescencia es una etapa que no existe en la Biblia (aunque en la Biblia Reina Valera, en Eclesiastés 11:9, aparezca el término «adolescencia», pero no es una buena traducción). La psicología moderna ha definido adolescencia como la etapa entre la niñez y la vida adulta. Se dice que es cuando descubre su identidad y afirma su independencia (siendo rebelde). Pero eso no está en la Biblia: allí existen niños y hombres, pero no adolescentes. Las teorías del mundo moderno hacen que un “adolescente” sea un niño que demanda participar de los derechos de un hombre pero sin asumir su responsabilidad como tal. Un joven bajo esta clase de educación reclama su derecho a salir con una chica pero pide a su padre que le solvente económicamente la misma.

Génesis 2:24 dice: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Como vemos, no dice “el niño” o “el adolescente”, sino “el hombre”. Un joven no debe pensar en una relación con el sexo opuesto a menos que esté preparado para sostenerse a sí mismo y a su esposa, y esté dispuesto a caminar con Dios y a desarrollar su carácter moral de forma constante, independiente de sus padres. Pues vemos como, en la práctica, es todo lo contrario.

Mientras no seas un hombre, seguirás siendo un niño. No tiene porque ser algo físico. Pueda haber hombres de 18 años de edad y niños de 35. Puedes ser un niño grande, seguir teniendo una mentalidad infantil. Si un joven no es maduro, verá al sexo opuesto, cuando se haya producido su despertar, como otro de los medios para jugar, un nuevo juguete. También es posible que lo vea como un sustituto de su madre, muchos hombres se casan con mujeres por este motivo. Algunos se casan con quien sea porque tienen un miedo atroz a quedarse solteros (usan mucho la expresión «este es mi último tren», si a los 35 no están casados o no tienen novia), a que, una vez que fallezca su madre, quedarse sin «mamá». No han sido enseñados a ser hombres. Los padres deben enseñar a sus hijos a ser hombres. El niño debe trabajar y asumir, eventualmente, responsabilidades de hombres, bajo la supervisión de sus padres para que puedan ir aprendiendo. En lo que sea: arreglando un mueble o un aparato de la casa que se haya estropeado, cuidando el jardín, etc., en cualquier cosa. Pasar tiempo con ellos. Ahora no, ahora los niños se hacen «hombres» con la TV, pues sus padres se han batido en retirada. No debe extrañarnos que luego sus relaciones con el sexo opuesto se conduzcan como se conduzcan, teniendo en cuenta que, por lo menos, el 60% de lo que pasan por la TV es pornografía pura, desde las películas, pasando por los programas, hasta los propios anuncios. Un consejo: si eres padre, coge el aparato de televisión y tíralo por la ventana.

La relación entre un hombre y una mujer se debe iniciar por el hombre: Génesis 2:24 dice “EL HOMBRE DEJARÁ”; en la Biblia la mujer que persigue a un varón es considerada inmoral (Proverbios 7:). Coquetear, por tanto, es pecado. El joven debe evaluar en oración sus verdaderas intenciones respecto de una chica (Lamentaciones 3:40 dice: “Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová”). Las razones por las que un joven quiere estar con una mujer deben ir más allá de sus deseos egoístas. El que una chica sea bonita, haga sentir “completo” al joven y le parezca interesante son argumentos centrados en la auto-complacencia. El sentir “química”, como se dice mucho también, con otra persona no es suficiente porque ¿qué hará el joven cuando alguna compañera clase o de trabajo le parezca más bonita que su novia o esposa? ¿Qué pasará cuando su esposa, por alguna razón, deje de ser tan bonita como al principio de la relación? ¿Y qué ocurrirá cuando la esposa, por momentos, haga la vida difícil?

Actualmente, la idea de lo que se entiende por «amor» es ajena completamente al amor bíblico. Básicamente, como en otras motivaciones del hombre mundano e inconverso, si las desentrañamos completamente al final lo que está es el YO. El amor, como he venido diciendo, según la mentalidad humana, es algo totalmente sentimental, puesto que mientras el hombre no haya sido regenerado por Dios el control de su voluntad, para bien o para mal (es decir, para los buenos o malos actos, humanamente hablando), se encuentra en esta esfera, en la de sus emociones o sensaciones. Por eso hay tantos hombres que se aburren o se «desenamoran» de sus mujeres, por muy buenas intenciones que puedan tener al principio. Porque su esposa deja de producirle las «sensaciones» que le producía al principio, tras la euforia inicial del enamoramiento (este proceso se puede producir en meses o en años, o hasta en décadas). ¿Por qué hay tantos divorcios y tantos matrimonios acaban tan mal aún después de muchos años de casados? Porque este es el fundamento de lo que se entiende mundanamente por «amor».

El amor bíblico no es sentimental ni está basado en sensaciones o emociones pasajeras. Es un amor SACRIFICIAL ¿Cómo amó Dios al hombre? ¿Le dijo «te quiero mucho, cómo te quieroooooooo»? NO. Dios amó al hombre mandando a Su Hijo amado a morir por pecadores que no merecían nada. Desconocemos el carácter del amor bíblico puesto que, empezar, desconocemos la propia verdad del hombre. En las modernas teologías, el hombre es una pobrecilla víctima del pecado que merece el amor de Dios, cuando eso es mentira, es totalmente falso. El hombre (desde el primero hasta el último) no es una víctima del pecado, sino un despreciable malhechor que se regodea y disfruta en el pecado (la cosa que Dios aborrece hasta de una forma que no nos podemos imaginar) y que lo único que merecería es que toda la ira, el aborrecimiento y la justicia de Dios cayera sobre él, en esta vida y para toda la eternidad en el infierno (tú que me lees ahora, y yo también, no merecemos otra cosa más que el infierno). Cualquier falta, desde apropiarnos de unos céntimos cuando nos den el cambio tras comprar algo, hasta asesinar a alguien a cuchilladas, es un pecado que nos hace acreedores del castigo eterno, pues, sea materialmente más insignificante o aparentemente gravísima, espiritualmente es despreciar la soberanía de un Dios Santo. Sin embargo, Dios mostró su amor hacia hombres que nada merecían más que el castigo satisfaciendo su justicia en su propio Hijo para convertir a algunos en su Pueblo, adoptándolos como hijos, y santificarlos para presentarlos sin mancha ante Él. En el sacrificio de su Hijo, Dios ve a su Pueblo, hijos adoptivos, como si no tuvieran ninguna falta, imputándoles la justicia de Cristo. Y, para ello, Jesucristo entregó su propia vida por aquellos que Dios Padre le había entregado. El amor bíblico es una entrega de la propia vida a la otra persona, AÚN CUANDO ESA PERSONA EN UN DETERMINADO MOMENTO NO LO MEREZCA. Puesto que muchísimo menos todavía nosotros merecíamos el amor de Dios.  

La base del matrimonio debe ser el llamado irrevocable de Dios a entregar la propia vida a una de sus hijas, para que ella crezca a la estatura de Cristo y sea una bendición. Si es bonita toda la gloria es para Dios por el regalo de tener una mujer bonita, pero la belleza no puede ser la base del matrimonio según la Biblia. Si es simpática o agradable, igual. Aún bajo circunstancias hostiles en el matrimonio, el llamado de Dios sigue siendo el mismo: cuidar y proteger a la esposa y procurar su bienestar. El hombre sirve a Dios al atender a su esposa. De hecho, no existe manera de amar como Cristo amó a menos que se experimente el amor sacrificial hacia la pareja, aún cuando “no se lo merezca” después de una discusión.

Con respecto a la belleza, esto no es malo en sí mismo. A cualquiera gusta la belleza de una mujer. El problema son las motivaciones. Una cosa es ser atraído por la belleza bíblica y otra es ser atraído por la sensualidad. Marcos 7:21-23 dice: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre”. Si la ropa que usa una mujer es un marco para su cuerpo, eso es sensualidad, y Dios detesta la sensualidad. La sensualidad es motivo de tropiezo para el hombre, y habría sido mejor no haber nacido. Pero si una mujer usa ropa que es un marco para su rostro, en el cual resplandece la gloria de Dios, entonces esa es belleza auténtica y santa. Sólo el esposo debe ver el cuerpo de su mujer. Por tanto, una mujer que muestra su cuerpo con ropa sensual a otros hombres, o a un hombre que no es su esposo, está pecando contra el Señor y debe arrepentirse. Un hombre de Dios jamás es atraído por una mujer sensual. Una mujer que muestra su cuerpo antes de casarse lo seguirá haciendo después de casarse, y con ello será un quebradero constante de cabeza para su marido. Esto no es una cuestión legalística ni material de «metro más o metro menos de tela», sino de motivaciones, de escudriñar porqué una mujer con la que quieras relacionarte se viste de una forma u otra.

Dije en la entrada anterior que los jóvenes deben buscar consejo de los mayores. La Biblia contempla distintas autoridades en las que buscar consejo. La primera es el padre (Proverbios 4:1: “Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, Y estad atentos, para que conozcáis cordura”). La segunda son los Ancianos de la iglesia (1 Pedro 5:5: “Igualmente, mancebos, sed sujetos á los ancianos; y todos sumisos unos á otros, revestíos de humildad; porque Dios resiste á los soberbios, y da gracia á los humildes”). Ahora, sin embargo, el consejo que se busca es el de los amigos de la pandilla, es lo que dije al principio acerca de que los jóvenes son los que han tomado el control. Y, algo más, aunque suene un poco «carca»: lo normal es que el joven, a su vez, pida permiso a la autoridad bajo la cual está la joven, el padre, o la madre, caso de que este falte. Hoy día, cuando una joven empieza a salir con un chico, lo habitual es que los padres de ella ni se enteren hasta que pasen meses. Esto es muy lógico, mira un ejemplo: supón que tienes un bonito vehículo todoterreno aparcado en el parking de tu casa. Un día, al levantarte por la mañana, vas al parking y no te lo encuentras. ¿Qué cara de tonto se te quedaría? De repente, aparece un chico montado en tu todoterreno, lo aparca en su sitio, se baja y te dice: «Mira, aquí lo tienes, lo tomé prestado anoche, pero aquí te lo dejo. Gracias». ¿Como reaccionarías? Ni puñetera gracia, ¿no es cierto? Te entrarían ganas hasta de estrangular al fulano que tomó prestado el coche sin tu permiso. El no puede tomar prestado tu coche sin tu permiso, ¿no? ¿Y una hija sí? ¿Es más importante tu coche que tu hija?

Seguimos, siempre suponiendo que el padre es cristiano. Si no lo es, evidentemente, su manera de conducirse será la que bien le parezca. Si el padre aprueba al joven varón él debe esperar para comunicarlo a su hija, y darle tiempo a ella para que después de recibir consejo y orar se pueda determinar que existe el deseo de ambos jóvenes de conocerse mutuamente, pensando en el matrimonio. Si el padre sabe que dicho joven es muy inmaduro y/o no es un joven de Dios, debe negarse a dar los permisos para cortejar a su hija, sin importar la oposición. Esto no es «elegir el marido para la hija», simplemente supervisar que quien está interesado en la joven es UN HOMBRE, no un niño. En cualquier caso, el cortejo debe darse en un lugar que siempre esté bajo la supervisión del padre o la madre o de alguna de las autoridades bajo las cuales se encuentra la chica. Jamás deben estar juntos y solos en ningún lugar. Esto es aplicable a cualquier tipo de relación (laboral, de amistad, etcétera) entre un hombre y una mujer.

Otro de los motivos por los que este sistema del cortejo bíblico ha sido abandonado por los cristianos profesantes es por el enorme relativismo que existe actualmente sobre la Verdad. Lo que un padre suele buscar ahora en el futuro esposo de su hija es que sea más o menos de pinta «aseada» y «decente» sin importar tanto si vive en la verdad o en la mentira. En Deuteronomio 7:3-4, Dios advierte al pueblo del pacto sobre las consecuencias de los matrimonios con incrédulos: “Y no emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo. Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá pronto”. Pablo escribe: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente” (2 Corintios 6:14-16). Este pasaje se aplica a todas las alianzas ilícitas con los incrédulos, y por lo tanto, prohíbe el matrimonio (la relación más permanente e íntima posible) entre los cristianos y los paganos. Bajo tales circunstancias la armonía cristiana no puede prosperar porque dos cosmovisiones totalmente contrarias y antitéticas van a existir bajo el mismo techo. Los cristianos no estamos para «ligar» con las incrédulas, sino para anunciarles el Evangelio para la gloria de Dios (si Dios quiere, ya las salvará).

Este mandamiento de no unirse en yugo desigual también se aplica a las formas apóstatas, heréticas y falsas de «cristianismo», tales como el catolicismo romano o el arminianismo. La Confesión de Westminster habla con claridad de este asunto: “Es deber de los Cristianos casarse solamente en el Señor. Y por lo tanto, los que profesan la verdadera religión Reformada no deben casarse con los incrédulos, papistas u otros idólatras; ni deben, los que son piadosos, unirse en yugo desigual, casándose con los que son notoriamente perversos en sus vidas o sostienen herejías detestables»

Los creyentes no deberían caer nunca en la trampa y la idea falsa de pensar que está bien entrar en un proceso de cortejo con los herejes y con los no creyentes con la esperanza que tales personas puedan cambiar a lo largo del camino. Esta idea es totalmente equivocada y está basada en los sentimientos en lugar de basarse en el intelecto guiado por el Espíritu. Otro gran peligro es que el incrédulo o el hereje puedan fingir ser cristianos con el objetivo de casarse o de tener una relación con el cristiano, por motivos, lógicamente, no bíblicos.

Y hasta aquí llegamos. A partir de aquí, decidan ustedes, pues esto solamente son consejos, no es un interés por cuadricular la vida de nadie. Simplemente he querido poner de manifiesto en estas dos entradas que si hoy día nos conducimos de la forma en que lo hacemos no es por apego a la Verdad, más bien por nuestro desapego, y por la influencia que hemos recibido de la cultura moderna, nos hemos conformado a este siglo, y por poner toda nuestra confianza en el hombre, no en el consejo de la Palabra de Dios (Jeremías 17:5: “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová”).


Respuestas

  1. usaste 6 textos de los cuales 2 o 3 hablan de matrimonio….. no edificas nada… solamente acusas a pastores y padres de familia sin conocer circunstancias…..es facil destruir pero es dificil edificar !

  2. esta bien meditado gracias por hablar con verdad.

  3. Me ha hablado claramente el Senor con esta lectura. Gracias.

  4. Las cosas espirituales se disciernen espiritualmente, y uno sabe cuando Dios habla. Gracias por esos consejos me son de gran ayuda. Dios te bendiga.!

  5. Muy buen texto sobre el cortejo biblico, solo es la Verdad, la Gloria sea para Èl Señor. Dios te bendiga.

  6. nuestra ciudad esta en los cielos y este mundo no podra ser nuestro hogar, aprende a ser un buen padre hijo de Dios y daras a este mundo individuos capaces de ser diferentes por que el que perfecciona es el sr jesus. gracias Dios te colme de bendiciones y recuerden que JESUCRISTO ES UNO .


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