Larga vida a Australia

Después del shock de ver cómo el Parlamento británico votaba no intervenir en Siria, dejando algunos de los propios diputados conservadores a Cameron en una dificilísima situación, por lo menos podemos quedarnos con Australia. No deja de ser irónico que la ex-colonia sea más “británica” que la propia Gran Bretaña. Tras la caída del Reino Unido la semana pasada, ya no queda nada útil ni aprovechable para los liberales en Europa. Este continente es absolutamente irrelevante, y por irrelevante me refiero a sin ninguna relevancia para mis intereses y los de muchos (para visitar sitios curiosos e históricos pues sí, de ahí la entrada del sábado sobre Finlandia, pero nada más). Pero que nadie se desanime. Posiblemente, incluso es mejor pues, aparte de EEUU, tenemos un amplio y libre mundo ante nosotros y un gran ramillete de posibles aliados: Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Corea del Sur, Singapur, Israel, Chile, etc.

A los británicos (y bien que lo siento, pero habrá que seguir adelante sin ellos si no quieren, aquí no hay ni tiempo ni sitio para lágrimas ni sentimentalismos) seguramente les espera un futuro de convertirse de nuevo en una nación de segunda fila, como desde 1945 hasta principios de los años 80. Han preferido alinearse con las posiciones de muchos “uropeos” antiamericanos y lo van a pagar, puesto que a ellos tampoco les aguanta nadie en la Europa continental. Si el Reino Unido ha podido presumir, desde el fin de la II Guerra Mundial, de ser un país con algo de relevancia mundial ha sido por ir de la mano de EEUU. Solos, lo más que pueden hacer actualmente es mandar un par de barcos casi oxidados a las costas de Gibraltar para dar una impresión de un poco de “dureza” e intentar intimidar algo a España. Si no fuera, financieramente, por la City y, militarmente, por tener armas nucleares, el Reino Unido en cuanto a fuerza no sería un país muy distinto a España. Cameron es muy probable que tras la humillación sufrida tenga que dimitir, se forme un gobierno encabezado por los laboristas de Miliband, lo que llevaría a aún más aislacionismo y a erosionar más aún la relación trasatlántica, y a que EEUU revise sus relaciones con ellos, lo cual sea el fin del Reino Unido como lo hemos conocido hasta hace poco.

Pero insisto: tranquilos y no nos alteremos. No olvidemos que todo está predeterminado, todo está bajo el control y la voluntad de Dios, nada ocurre sin que Él lo ordene, Él levanta y humilla a las naciones cómo y cuando quiere, para Él no son más que como gotas de agua. Así que nosotros tengamos confianza y a seguir trabajando por la libertad.

En cuanto a EEUU, pues Obama no ha estado mal el sábado. Tras su lamentable primer mandato en política exterior, parece que ha comprendido lo que son los poderes presidenciales para la guerra. Podría actuar sin necesidad del Congreso en esta cuestión, la Constitución no le obliga a ello, aunque ha preferido someter la decisión de intervenir en Siria a su autorización. Aparte, poco a poco su diplomacia va marchando, como señalé que sería necesario, y, a falta del Reino Unido, está formando una coalición con varios países de la zona, como Israel, Arabia Saudí o Yemen, aparte del que ya cuenta de Turquía y Francia. Por supuesto, y como debe ser, Obama pasa olímpicamente de la ONU. Si la ONU da su aprobación pues mejor, con mayor razón se puede intervenir contra el régimen de Assad, pero si no la da, no pasa absolutamente nada.

Pero, a lo que iba en esta entrada, ayer se confirmó la gran admiración que siempre he tenido por Australia. Esta pequeña (poblacionalmente hablando) nación oceánica, aparte de pasar a ocupar la presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad de la ONU, ya ha anunciado que respalda cualquier acción destinada a desarmar al régimen de Assad. En cuanto a lo primero, pese a lo que he dicho de que la ONU da exactamente igual, no obstante, mejor que presida el Consejo de Seguridad un país tan comprometido con Occidente como Australia.

En cuanto a lo segundo, me lo esperaba y no me ha sorprendido lo más mínimo. Un país que en cuanto a libertad da montones de vueltas a cualquiera de “Uropa”, próspero y al que prácticamente no ha tocado la crisis económica (curiosamente, un país de tradición calvinista: vaya, ¡qué “raro”!, calvinismo y prosperidad yendo de la mano), y con el que siempre se ha podido contar cuando ha habido que luchar contra alguna tiranía.

Australia es el país donde, según leí hace algún tiempo, cuando los restos de un soldado caído australiano son confundidos accidentalmente con los de uno bosnio, la furiosa viuda descuelga el teléfono de madrugada, saca al primer ministro de la cama y le suelta una bronca de las de época y sin censura, que él acepta públicamente como completamente merecida. Es el único que ha luchado junto a EEUU en todas las guerras desde 1914, puesto que su aislamiento geográfico e histórico ha creado una peculiar sabiduría en los australianos sobre lo que es la paz. Ellos no creen en la “comunidad internacional” ni en sus inútiles y patéticas instituciones, saben que mantener la libertad, la paz y la prosperidad en su isla situada en una complicada región es algo que debe ganarse y mantenerse cada día, no cae del cielo, y que solo puede sostenerse mediante el poder y la integración total en la anglosfera. Un poder que fue una vez del Imperio Británico y hoy es de los EEUU.

Australia no entró en las guerras de comienzos del siglo XX en Europa por nostalgia imperial, sino entender plenamente que su destino y el de la libertad estaban unidos al Imperio Británico, quien garantizaba el orden internacional. Hoy quien lo garantiza es EEUU y Australia sabe que una retirada o derrota estadounidense sería catastrófica para ellos y para el mundo. ¿Tienen esto tan claro los actuales habitantes del Reino Unido (no digo ya los de otros países supuestamente “aliados” de EEUU)? Mucho me temo que no, y pienso que, perdido todo su respeto a todo lo que representa lo anglosajón y protestante, en general tienen la misma antipatía hacia EEUU que cualquier otro europeo del montón. Es más, hay mucho más cariño a la inversa, de EEUU hacia la “Madre Patria”, Gran Bretaña.

Cada vez que Australia expresa su apoyo a EEUU este siempre es incondicional. No se andan con el “sí, pero…” como los europeos y, ahora, los británicos también. Australia siempre ha comprendido el papel incómodo e impopular que ha tocado a EEUU en el mundo: de ahí que los australianos hayan compartido trincheras con los norteamericanos, de Corea a Kabul, desde Vietnam hasta Bagdad. Es el país cuyo primer ministro dijo al día siguiente del 11-S: “No es momento de ser aliado al 80%”.

¡Dios bendiga a Australia!