Posteado por: Javier | septiembre 1, 2011

Uno de los mensajes que cambiaron la historia de América

Un nuevo receso en la serie sobre el Decálogo y los fundamentos de la libertad, aunque ahora no me salgo del tema bíblico y su relación con EEUU.

Hoy voy a colgar un sermón muy potente, lo advierto. Si eres «cristiano carnal» o, simplemente, no te va lo «cañero», haz «click» en la X de la esquina superior derecha de la pantalla y cierra la página. Yo no voy a pedir disculpas por el Dios de la Biblia.

Lo mismo si eres una señorita de sexo masculino. Lo digo por una experiencia que he tenido en las últimas horas en una discusión cibernética con un grupo de MARICONAZOS ENDEMONIADOS, quienes se dedicaban a llamarme, ante su falta de argumentos, que si “talibán”, que si “fundamentalista” que si bla, bla, bla (LA «ORIGINALIDAD» AL PODER) como si fueran discos rallados, pero, sin embargo, a los mariposones se les ponía la sensibilidad a flor de piel cuando describí a uno de ellos como «analfabeto funcional» (es que realmente era descriptivo, no era un insulto). Me imagino que, cuando los parieron, el médico los cogió con unos guantes de seda, no fueran a ofenderse los bebitos. Encima, se dedicaban a pretender decretar qué debía decir o no la Biblia («¡aaaay tu dios es injusto! ¡tú dios es muy malvado!»): PREFIERO MIL VECES A UN ATEO QUE DIGA QUE NO LE INTERESA NADA DE LO RELACIONADO CON LA FE que a unos sujetos, por un lado diciendo que pasan olímpicamente del tema, pero, por otro, dictando lo que debiera decir o dejar de decir, a su ignorante entender, la Palabra de Dios. Espiritualmente ha sido muy interesante ver cómo reaccionan como perros rabiosos ante el Evangelio, sobre todo en el punto en que se quedaban sin argumentos, pero, no obstante, debemos orar por ellos. Son almas en plena rebelión y totalmente perdidas.

Bien, lo que voy a colgar, es el famoso sermón «Pecadores en Manos de un Dios Airado» de Jonathan Edwards, una de las predicaciones que provocaron el Gran Avivamiento de 1740-42 en las trece colonias de la costa Este de los actuales EEUU, uno de los más intensos derramamientos del Espíritu de Dios en la historia norteamericana, y, en el cual podemos encontrar la explicación a cómo cada vez fueron a más las ansias de libertad en las colonias frente a la tiranía que, poco a poco, estaba implantándose desde la metrópoli inglesa, hasta llegar a la Guerra de Independencia. La historia de EEUU nos muestra cómo debemos buscar primero el Reino de Dios y todas las demás cosas nos serán añadidas después: libertad, capitalismo, prosperidad, virtud, etc… El fuego de Dios estaba cayendo por todos lados en aquellos días y el Espíritu Santo trabajaba sin descanso.

Jonathan Edwards, uno de los más ilustres puritanos y un calvinista convencido, nació el 5 de octubre de 1703 y, como muchos niños de su época, fue educado en su hogar. Debido a que mostró una inteligencia inusual, su padre lo matriculó en Yale a la edad de trece años. En Yale descubrió la obra de John Locke «Ensayo sobre el entendimiento humano», que motivó su propio pensamiento filosófico, digno de un pensador original y profundo. Mientras hacía su maestría, él tuvo una experiencia profunda de conversión que alteró radicalmente su vida y puso el fundamento para todo el profundo y maravilloso fruto que seguiría.

Entre los años 1735 y 1737 su predicación dio como resultado un Gran Avivamiento espiritual en medio su congregación, que pronto se extendió a otros lugares. Fue un movimiento tanto social como religioso, de hecho una auténtica revolución que alcanzó a todas las colonias americanas. En esos años entabló una amistad profunda con  George Whitfield, entonces predicador anglicano itinerante en América, quien sería otro protagonista, junto con él, del Avivamiento de los años 40.

Como predicador, Edwards no seguía técnicas impresionantes ni en absoluto grandilocuentes: leía sus sermones en una voz calmada, pero con gran convicción. Realmente, el poder de Dios es suficiente. Un predicador puede alcanzar un alto grado de comunión con el Espíritu Santo mientras predica y dar una gran potencia a su mensaje, pero solo la obra de Dios puede llevar a la conversión de sus oyentes, penetrando mediante Su Palabra, como una espada de dos filos, en sus corazones.

Tras graduarse en Yale, se casó con Sarah Pierrepont, una joven de Nueva Inglaterra, con la que tuvo once hijos. En 1740, mientras el Gran Avivamiento pasaba por Nueva Inglaterra, él predicó, en su iglesia y en otras, «Pecadores en Manos de un Dios Airado». Se estima que 10% de Nueva Inglaterra se convirtió durante este tiempo. Cada iglesia se dobló o triplique en los próximos dos años. Si esto ocurriera en EEUU en la actualidad sería el equivalente a ver 28 millones convertidos en dos años. En aquellos años muchas tabernas cerraban por falta de clientela y era necesario llegar al menos un par de horas antes a las iglesias para poder entrar.

El sermón es largo pero vale la pena leerlo entero. Lo pueden encontrar completo aquí.

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Se basa en el pasaje de Deuteronomio 32:35, “A su tiempo su pie resbalará”

En este versículo la venganza de Dios amenazaba sobre los israelitas impíos e incrédulos, que eran el pueblo visible de Dios, y quienes vivieron bajo los medios de la gracia; pero quienes no obstante todas los obras maravillosas de Dios para con ellos, permanecieron (como dice el v. 28) desprovistos de consejos, no teniendo entendimiento en ellos.

La aplicación práctica que da es la siguiente:

Este terrible tema puede ser útil para hacer despertar a algunas personas inconversas en esta congregación. Esto que has oído es el caso de cada uno de ustedes que se encuentra sin Cristo. Ese mundo de miseria, ese lago de azufre ardiente se encuentra justo debajo de ti. Allí está el espantoso abismo de las llamas ardientes de la ira de Dios. Allí está la gran boca del infierno abierta de par en par y no tienes nada sobre qué permanecer en pie, ni nada de donde agarrarte. No hay nada entre ti y el infierno sino sólo el aire. Es tan solo el poder y el puro placer de Dios el que te sostiene.

Posiblemente no eres muy sensible a esto. Te ves fuera del infierno y no ves la mano de Dios en ello. Pero contempla otras cosas, tales como el buen estado de tu cuerpo físico, el cuidado de tu propia vida y los medios que usas para tu preservación. Pero verdaderamente estas cosas son nada. Si Dios retirara su mano, ellas no te beneficiarían en lo absoluto en cuanto a evitar tu propia caída más que lo que hace el delgado aire al sujetar una persona que se suspende de él.

Tu impiedad te hace pesado como el plomo y te dirigirá hacia abajo con gran peso y presión, directo hacia al infierno. Y si Dios te dejara caer, inmediatamente te sumergirías y rápidamente descenderías dentro de ese golfo sin fondo. Y tu salud física, tu propio cuidado y prudencia, tu mejor plan y toda tu justicia, no tendrán más poder para sujetarte y librarte del infierno, que lo que una tela de araña puede hacer para frenar una roca cuando va rodando.

De no ser por el soberano placer de Dios, la tierra no te sostendría ni por un instante. Eres una carga para este mundo y otras personas se encuentran sufriendo como resultado de tu pecado. Aún el sol no te alumbra alegremente para que le sirvas al pecado y a Satanás. Las buenas cosas de esta tierra no están aquí para satisfacer tus pasiones desordenadas, ni son un escenario sobre el cual tus impiedades actúen. El aire no te sirve voluntariamente para mantener la llama de vida en tus órganos vitales, mientras pasas tu vida al servicio de los enemigos de Dios.

Los animales fueron creados por Dios para ser útiles y fueron creados para que el hombre sirviera a Dios con ellos. Ellos no sirven para ningún otro propósito. Ellos gimen cuando son usados para otros propósitos contrarios a su naturaleza. El mundo te vomitaría si no fuera por la mano soberana de Aquel que lo gobierna.

Las negras nubes de la ira de Dios están ahora flotando directamente sobre sus cabezas. Ellas se encuentran llenas de terribles tormentas y truenos. Y si no fuera por la mano restringente de Dios, esa tormenta ya hubiera reventado inmediatamente sobre ustedes. El placer soberano de Dios en el presente, detiene la tormenta o de lo contrario vendría sobre todos ustedes con furia y su destrucción les llegaría como un torbellino. Serían como la paja molida en el suelo de las eras del verano.

La ira de Dios es como las aguas contenidas en una gran represa. La represa aumenta más y más hasta que su fuerza es puesta en libertad. Entre más se detenga a la corriente, más rápido y poderoso será su curso cuando sean abiertas las compuertas. Es cierto que el juicio contra tus obras perversas no ha sido ejecutado todavía. Los diluvios de la venganza de Dios han sido detenidos. Pero tu culpa se encuentra constantemente aumentando y estás cada día atesorando más y más ira. Las aguas están aumentando constantemente y creciendo más y más poderosas. Y no existe nada más que el puro placer de Dios que se encuentra refrenando esas aguas, las cuales no quieren ser detenidas y presionan duramente para ir hacia adelante.

Si Dios tan solo retirara su mano de la compuerta, se abriría inmediatamente y los fieros diluvios del furor e ira de Dios empujarían con furia inconcebible y vendrían sobre ti con poder omnipotente. Y si tu fuerza fuera diez mil veces mayor de lo que es, o aún diez mil veces mayor que la fuerza del más corpulento y robusto diablo del infierno, no sería nada para resistirla o soportarla.

El arco de la ira de Dios está estirado y la flecha está lista en la cuerda. La justicia de Dios es la que dirige la flecha a tu corazón. El arco se encuentra tenso y no es otra cosa que el puro placer de Dios y el que un Dios airado sin ninguna obligación de Su parte, detenga la flecha de embriagarse con tu sangre. Así que, todos ustedes que nunca han pasado por un gran cambio de corazón, por el gran poder del Espíritu de Dios sobre sus almas; todos los que de ustedes nunca han nacido de nuevo, ni han sido hechos nuevas criaturas, ni han sido levantados de la muerte en el pecado a un nuevo estado, ni han experimentado la luz y la vida, todos ustedes están en las manos de un Dios airado.

Tal vez ustedes hayan intentado cambiar sus vidas en muchas cosas y hasta hayan tenido afectos religiosos. Tal vez hayan podido mantener cierta forma de religión en sus hogares, en la iglesia, o aún hasta en privado. Sin embargo, no existe nada más que el puro placer de Dios que los preserva de ser consumidos en la destrucción eterna. No importa cuán poco convencidos estén ahora de la verdad que oyen, a su tiempo estarán plenamente convencidos de ella. Aquellos que han partido estando en las mismas circunstancias en que están ustedes, ven que así fue con ellos. La destrucción vino bruscamente sobre la mayoría de ellos cuando no la esperaban, mientras se encontraban diciendo: ‘paz y seguridad.’ Ahora pueden ver que esas cosas en las que ellos dependían para su paz y seguridad, no eran más que un aire delgado y una sombra vacía.

Así como alguien sostiene a una araña o a cualquier otro insecto asqueroso sobre el fuego, así Dios te sostiene sobre el abismo del infierno. Dios te aborrece y ha sido terriblemente provocado y su ira se enciende sobre ti como fuego. Te ve como digno pero no para otra cosa, sino para ser echado en el fuego. El es tan puro de ojos que no puede ni siquiera mirarte. Eres diez mil veces más detestable ante sus ojos que lo que es la serpiente más venenosa y odiada ante los nuestros. Le has ofendido infinitamente más que cualquier criminal ha ofendido a algún juez. Y sin embargo, no es otra cosa más que Su mano la que te detiene de no caer en el fuego en cualquier momento.

No debe ser atribuido a nadie más el que no hayas ido al infierno la última noche o el que hayas podido otra despertar otra vez en este mundo, después de haber cerrado los ojos para dormir. Y no hay otra razón del porqué no has caído en el infierno desde que te levantaste esta mañana, que el hecho de que la mano de Dios te ha sostenido. No hay otra razón del porqué no has ido al infierno desde que llegaste aquí a la casa de Dios, provocando sus ojos puros por tu modo pecaminoso e impío de atender a su solemne adoración.

Si, no hay otra cosa que dar como razón del porqué no caes en el infierno en este preciso momento. ¡Oh, pecador!, ¡considera el terrible peligro en que estás! Es sobre un horno de ira, un abismo amplio y sin fondo, lleno del fuego de la ira en el que estás detenido por la mano de Dios. Su ira ha sido provocada e inflamada tanto contra ti, como contra muchos de los ya condenados en el infierno. Cuelgas de un hilo muy delgado con las llamas de la ira divina destellando a tu alrededor y listas en todo momento para chamuscarlo y quemarlo. Y no tienes interés ni por un instante en ningún Mediador, ni en nada en qué aferrarte para salvarte a ti mismo, ni para librarte de las llamas de Su ira. No hay nada de lo que hayas hecho ni puedas hacer, para inducir a Dios a perdonarte.

Por eso te pido que consideres los siguientes puntos de modo más particular:

1. Mira de quién es la ira. Es la ira de un Dios infinito. Si fuera tan solo la ira de un hombre, aunque fuera la del hombre más poderoso, sería comparativamente pequeña para ser considerada. La ira de los reyes es muy terrible, especialmente la de los monarcas absolutos. Ellos tienen las vidas y las posesiones de sus súbditos y pueden hacer lo que deseen con ellos. Proverbios 20:2 dice: «Como rugido de cachorro de león es el terror del rey; el que lo enfurece peca contra sí mismo».

Cualquiera que hace enojar al rey se encuentra en peligro de padecer los peores castigos que los seres humanos puedan inventar. Pero las más grandes potestades terrenales en su mayor majestad y fuerza, cuando están vestidas de sus más grandes terrores, no son más que gusanos débiles y despreciables de la tierra, en comparación al Gran Rey todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Es en realidad poco lo que ellos pueden hacer aún cuando están más enojados y cuando han llegado al extremo de su furia. Todos los reyes de la tierra son como langostas ante Dios. Son nada y menos que nada. Tanto su amor como su odio son tornados en poco. La ira del gran Rey de reyes es tanto más terrible que la de ellos, como lo es Su majestad. «Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed» (Lucas 12:4,5).

2. Es a lo terrible de su ira a la que estás expuesto. A menudo leemos de la furia de Dios, como en Isaías 59:18. «Como para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus adversarios.» Así también Isaías 66:15. «Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su represión con llama de fuego.» Y en muchos otros lugares. También en Apocalipsis 19:15, allí leemos de «el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.»

Las palabras son terribles en extremo. Si solamente se hubiera dicho: «la ira de Dios,» los términos implicarían algo infinitamente terrible. Pero es «el furor y la ira de Dios.» ¡La furia de Dios! ¡El furor de Jehová! ¡Oh, cuán terrible debe ser eso! ¿Quién puede pronunciar o concebir lo que estas expresiones implican en sí mismas? Pero además, «el furor y la ira del Dios Todopoderoso.» Como si hubiera una gran manifestación de su poder omnipotente en lo que el furor de su ira hará. Es como si la omnipotencia estuviera encolerizada de la misma manera en la que los hombres muestran lo terrible de su ira. ¡Oh! Imagínense entonces, ¿cuáles serán las consecuencias? ¿Qué será de aquellos pobres gusanos que la sufrirán? ¿Quién tendrá manos fuertes para esto? ¿Qué corazón la podrá resistir? ¿A qué terrible, indecible e inconcebible profundidad de miseria estará sumergida la pobre criatura que esté sujeta a esto?

Considera esto tú que estás aquí presente y aún permaneces en tu estado no regenerado. Dios ejecutará el furor de su ira sobre ti y lo hará sin ningún ápice de piedad. Cuando Dios vea tus tormentos y cómo tu pobre alma es aplastada y hundida en las tinieblas infinitas, aún así no tendrá compasión de ti. No tendrá misericordia ni detendrá la tormenta. No tendrá cuidado de tu bienestar, ni se preocupará por tus muchos sufrimientos. Lo único que le preocupará es que no sufras más de lo que Su justicia requiere. Nada será detenido por el hecho de que tal castigo sea demasiado fuerte para ti de sobrellevar. Ezequiel 8:18 declara: “Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré”.

3. Ahora Dios está presto a tener piedad de ti. Hoy es el día de misericordia. Puedes clamar ahora con la esperanza de obtener misericordia. Pero cuando el día de misericordia pase, tus gritos y clamores de lamento y dolor serán en vano. Estarás eternamente perdido y alejado de Dios, como para que nadie se interese en tu bienestar. Dios no tendrá otra cosa que hacer contigo que ponerte a sufrir miseria. Tu existencia no tendrá ningún otro objetivo que el ser un vaso de ira preparado para destrucción y no habrá otro uso para este vaso que el ser llenado a plenitud de Su ira. Dios estará tan lejos de tener piedad de ti cuando grites, que dice que solamente se «reirá y se burlará» (Prov.1:25,26).

Cuán terribles son esas palabras de Isaías 63:3 las cuales proceden del gran Dios: «Los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas». ¿Podrías pensar en otras palabras que expresen con más claridad la idea de desprecio, odio, furia e indignación?

Cuando clames a Dios para que tenga piedad de ti en aquel día, El no se apiadará de tu dolor. El no se compadecerá de ti en lo más mínimo. En lugar de sentir compasión, te pisará bajo sus pies. Aunque sabrá que no podrás sobrellevar el peso de la omnipotencia sobre ti, no tendrá consideración. Te aplastará bajo sus pies sin misericordia. Hará volar tu sangre al molerte y salpicará sobre sus vestidos, de tal manera que manchará todas sus ropas. No sólo te odiará, sino que te tendrá bajo el desprecio más extremo. No habrá otro lugar más adecuado para ti que el estar bajo sus pies, ser pisoteado como el fango de las calles.

La miseria a la que estarás expuesto es aquella que Dios infligirá con el fin de mostrarte lo que es la ira de Jehová. Dios ha tenido en su corazón el mostrar a los hombreas y a los ángeles cuán excelente es su amor y también cuán terrible es Su ira. Algunas veces los reyes terrenales tienen en mente mostrar cuán terrible es su ira por los castigos extremos que ejecutan en contra de aquellos que los provocan. Nabucodonosor, ese rey poderoso y orgulloso del imperio caldeo, intentó mostrar su ira cuando se enojó en contra de Sadrac, Mesac y Abednego. Dio órdenes para que el horno ardiente fuera calentado siete veces más de como estaba. Sin duda, fue levantado al grado más extremo de furor que el arte humano puede levantar.

Pero el gran Dios está también listo a mostrar su ira y magnificar su terrible majestad y omnipotencia en los sufrimientos extremos de sus enemigos. Romanos 9:22 dice: «¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción?» Este es el designio de Dios y lo que Él ha determinado mostrar, cuán terrible es la ira, la furia y el furor de Jehová cuando no es refrenado. Él llevará a cabo todo esto.

Seremos testigos de este acto espantoso de Dios cumplirse. Cuando el gran Dios encolerizado se haya levantado y ejecutado su terrible venganza sobre el pobre pecador y cuando el miserable esté sufriendo el peso y el poder infinito de su indignación, entonces Dios llamará al universo entero para que contemple Su terrible majestad y omnipotencia. Isaías 33:12-14 declara: «Y los pueblos serán como cal quemada; como espinos cortados serán quemados con fuego. Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros los que estáis cerca, conoced mi poder. Los pecadores se asombraron en Sión, espanto sobrecogió a los hipócritas». Así será con aquellos de ustedes que se encuentran en un estado no regenerado si continúan en él.

El poder infinito, la majestad y lo terrible del Dios omnipotente será magnificado sobre ti, en la inefable fuerza de tus tormentos. Serás atormentado en la presencia de los santos ángeles y en la presencia del Cordero. Y cuando te encuentres en ese estado de sufrimiento, los habitantes gloriosos del cielo irán y verán el terrible espectáculo. Entonces verán lo que es la ira y el furor del Todopoderoso. Y cuando lo hayan visto, caerán postrados y adorarán al gran poder de Su majestad. Isaías 66:23,24 dice: «Y de mes en mes, y de día de reposo, en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mi, dijo Jehová. Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará y serán abominables a todo hombre».

4. Es una ira eterna. Sería terrible sufrir este furor y esta ira del Dios Todopoderoso solo por un momento. Pero debes sufrirla por toda la eternidad. No habrá fin para esta aguda y horrible miseria. Cuando mires hacia delante, solo verás una larga eternidad, una duración infinita ante ti. Eso carcomerá tus pensamientos y aterrará tu alma. Estarás absolutamente desesperado por no tener descanso, de no tener fin, de no tener mitigación, de no tener cual ningún reposo.

Reconocerás ciertamente que deberás consumirte luchando contra esta venganza todopoderosa y ausente de misericordia durante largas edades, millones de millones de edades. Y cuando así lo hayas hecho, cuando esas tantas edades hayan pasado sobre ti de esa manera, conocerás que eso es sólo un punto de lo que queda. De manera que tu castigo será verdaderamente infinito. ¡Oh!, ¿Quién puede expresar cuál es el estado del alma en tales circunstancias? Todo lo que podamos decir acerca de ello solamente es una representación muy débil. Es algo inexpresable e inconcebible, porque «¿quién conoce el poder de la ira de Dios?».

¡Cuán terrible es el estado de esos que diariamente y a cada hora están en peligro de esta gran ira y miseria infinita! Pero ese es el lúgubre caso de cada alma en esta congregación que todavía no ha nacido de nuevo. No importa cuán moralistas, estrictos, sobrios y religiosos ustedes puedan ser. ¡Por favor considera esto quienquiera que seas! Hay razón para pensar que hay muchos ahora en esta congregación oyendo este mensaje, que eventualmente serán objetos de esa miseria por toda la eternidad. No sabemos quiénes son, ni en qué asientos están, ni qué pensamientos tienen ahora. Puede ser que ahora estén muy cómodos y oigan todas estas cosas sin ser perturbados y tal vez hasta estén engañándose a sí mismos de que ellos no serán esas personas. ¿Eres tu uno de los que creen que escaparán de la ira de Dios?

Si conociéramos de una persona en esta congregación, que fuera objeto de esta miseria, ¡qué terrible sería pensar en ello! Si supiéramos quién es, ¡qué vista más terrible sería el mirar a tal persona! ¿Acaso no surgiría un grito de lamento amargo por él de parte del resto de la congregación? Pero escuchen, en lugar de uno ¡muchos de ustedes recordarán este mensaje en el infierno! De hecho, es posible que antes que termine este año, algunos de los que se encuentran aquí sentados ahora mismo, van a estar en el infierno. Es muy posible que alguien que está aquí ahora escuchando estas palabras en esta iglesia, en buena salud y muy seguro va a estar en el infierno mañana por la mañana. Finalmente, aún ustedes que vivirán más que otros en esta tierra sin Cristo, aún así les queda muy poco tiempo. Su condenación no se duerme, vendrá velozmente y con toda probabilidad cuando menos lo esperen.

Tienen razón al asombrarse de que aún no estén en el infierno. Sin duda hay alguien que ustedes conocen, que mereció ir al infierno menos que ustedes y que lo conocían cuando vivía, pero que murió y fue al infierno. Ya no existe cual ninguna esperanza para tales personas ahora. Se encuentran gritando en extrema miseria y perfecta desesperación. Pero ustedes están aquí en la tierra de los vivientes, en la casa de Dios y tienen una oportunidad de obtener salvación. ¡Qué no darían esas pobres, condenadas y desesperanzadas almas por un día de oportunidad como el que ahora disfrutas! Ahora tienes una oportunidad extraordinaria, un día en el que Cristo tiene ampliamente abierta la puerta de la misericordia y permanece allí llamando y gritando con alta voz a los pobres pecadores.

Muchos están uniéndose a El y apresurándose a entrar en el reino de Dios. Ellos vienen diariamente del este, del oeste, del norte y del sur. Muchos que estuvieron últimamente en la misma condición miserable en la que están ustedes, pero que ahora están en un estado de bienaventuranza. Sus corazones se encuentran llenos de amor por Aquel que los amó y los lavó de sus pecados con su propia sangre y se gozan en la esperanza de la gloria de Dios.

¡Cuán terrible será ser dejado a un lado en un día como este! ¡Mira cuantos se encuentran festejando mientras tú estás pereciendo de hambre! ¡Mira cuantos están regocijándose y cantando con gozo del corazón, mientras que tu tienes motivos para lamentarte con pena interior y clamar a gritos con un corazón lleno de lamentos! ¿Cómo pueden descansar aún por un momento en tal condición? ¿No son sus almas tan preciosas como las almas de la gente de Suffield (un pueblo de los alrededores) que están viniendo a Cristo día tras día? ¿Acaso no hay muchos de ustedes aquí que han vivido un largo tiempo en el mundo y hasta este día no han nacido de nuevo? Ustedes extranjeros de la ciudadanía de Israel y no han hecho otra cosa que atesorar ira para el día de la ira.

¡Oh! Su caso es de manera especial peligroso en extremo. Su culpa y dureza de corazón es extremadamente grande. ¿No ven ustedes cómo generalmente las personas de su edad son pasadas por alto y abandonadas en la notable presente y maravillosa dispensación de la misericordia de Dios? Tienen necesidad de considerarse a ustedes mismos y despertar por completo del sueño. No pueden llevar la carga del furor y la ira del Dios infinito.

Y ustedes, hombres y mujeres jóvenes, ¿negarán esta preciosa época que ahora disfrutan, cuando tantos otros de su edad están renunciando a todas las vanidades juveniles al venir a Cristo? Ahora tienen una oportunidad extraordinaria. Pero si la rechazan, les pasará como a esas personas que invirtieron todos los días preciosos de su juventud en el pecado y ahora han pasado a un estado de ceguera y endurecimiento. Y ustedes hijos que están todavía sin convertirse, ¿no saben que van al infierno a sobrellevar la terrible ira de ese Dios, que ahora está enojado con ustedes cada día y cada noche? ¿Estarán ustedes contentos de ser hijos del diablo, cuando tantos otros niños en la tierra están convertidos y han venido a ser los hijos santos y alegres del Rey de reyes?

Que cada uno que esté sin Cristo y colgando sobre el abismo del infierno, ya sea anciano o anciana, de mediana edad, jóvenes y niños, oigan ahora los fuertes llamados de la Palabra y la providencia de Dios. Este es el año aceptable del Señor. Este es un día de gran favor para algunos, pero será sin lugar a dudas, un día de notable venganza para otros. El corazón de los hombres se endurecerá y su culpa aumentará muy rápido en un día como éste, si rechaza la salvación para su alma. Nunca hubo tanto peligro para estas personas de ser entregadas a la dureza de su corazón y a la ceguera de su mente.

Dios ahora parece estar reuniendo apresuradamente a sus escogidos de todas las partes de la tierra. Y probablemente la mayor parte de los adultos que se salvarán, serán traídos dentro de poco tiempo. Será como el gran repartimiento del Espíritu sobre los judíos en los días de los apóstoles. Los elegidos obtendrán la salvación y el resto será cegado.

Si éste fuera tu caso, ¿maldecirías este día eternamente y maldecirías el día en que naciste? ¿Verías este tiempo del derramamiento del Espíritu de Dios y desearías haber muerto e ido al infierno antes de haberlo visto? También ahora, así como lo fue en los días de Juan el Bautista, el hacha está colocada de una manera extraordinaria a la raíz de los árboles, para que todo árbol que no dé buen fruto, sea cortado y arrojado al fuego. Por tanto, que todo aquel que esté sin Cristo, despierte ahora y huya de la ira venidera. La ira del Dios Todopoderoso se cierne ahora sobre una gran parte de esta congregación. Que cada uno huya de Sodoma: «Dense prisa y escapen por sus vidas; no miren tras sí, escapen al monte, no sea que perezcan.»


Respuestas

  1. A propósito, en el blog ese pestuzo me han baneado, después de que un tal «Llobregat» me haya soltado una de sus basurientas contestaciones, para que parezca que ese despojo subhumano ha tenido la última palabra.

    Ya ven ustedes, cómo reaccionan cuando se les deja en evidencia en su ignorancia: te banean.

    Esta es mi última contestación a su última deposición en ese hilo:

    http://elblogdemetalyamigos.blogspot.com/2011/08/respeto-y-religion.html

    «Dentro de todo el saco de estupideces que ha garabateado el tal «Llobregat», evidentemente, yo tampoco voy a perder mucho más mi tiempo, primero, pues ya es septiembre y tengo que volver a organizar mis asuntos, trabajar y producir para mantener a vividores del cuento y cobradores de subsidios y subvenciones como «Llobregat» (de lo que dice en su última y vomitiva intervención, parece deducirse que lo es, y no, no lo «ningunuo», solo describo lo que reflejan las deposiciones que ha soltado) y, segundo, está claro que sí, la Biblia es una desgracia para él. No es para menos, teniendo en cuenta que donde ha florecido la fe cristiana y bíblica, lo que ha engendrado ha sido libertad, capitalismo, prosperidad y virtud, cosas que son una verdadera desgracia para la gente de la ralea y calaña de «Llobregat», evidentemente, yo lo entiendo. Dice el pollo este que no se cambiaría por mí: hombre, claro, porque en ese caso, invertir la posición, sería, en esa hipotética situación, yo vivir de él y él mantenerme a mí con los impuestos generados por su trabajo y su producción. ¡Así cualquiera, «Llobregat»! ¡Así cualquiera!

    ¿»Sentido del humor»? No sé, el que reacciona como un perro rabioso sin soltar la presa es él, y él es el que ha hablado de vomitarnos encima de la cara. Cuando, en el muy hipotético caso de que pudiera intentar llevar a cabo sus escatológicas fantasías, el problema no sería ni de don Alfredo ni mío, sino suyo, habría otras papillas durante un par de meses, por lo menos, pero no las que vomitaría sino las que tendría que comer con pajita hasta que la Seguridad Social socialista le aprobase la implantación de una dentadura postiza.

    Sí tengo sentido del humor, no se imagina lo que me río cuando los antidisturbios dispersan a los basurientos del 15-M: «CAÑA, CAÑA, CAÑA DE LA CABAÑA A ESOS TERRORISTAS».

    Si no le molesta que a otros vaya bien en la vida, entonces, merluzo, como usted mismo dice, ¿para qué va a manifestaciones, como la de los «indignaos» a pedir medidas y cosas que si alguien fuera tan loco como para aplicarlas, lo único que crearían es más pobreza, gente que sería más o menos igual, pero, eso sí, igual de pobres porque a fin de cuentas lo único que esta gentuza es, es una pandilla de envidiosos a los que lo que gustaría es coger por los tobillos a quienes estén por encima de ellos y tirarlos a su lodazal? Y no sé en ese caso a ver quién iba a financiar toda la batería de subsidios y toda la orgía de gasto (menos militar, ¡como es tanto el que tiene España!) que quieren estos tipos, pues los únicos que pagarían impuestos serían cuatro gatos (usted, desde luego, no, tranquilo, no se exalte por eso, «Llobregat»), los pocos que tendrían empleo.

    ¿Una camiseta de la bandera republicana? Ok, vista usted como le de la real gana que para eso hay libertad de expresión, y para eso hemos luchado los liberales y protestantes durante siglos, para que hasta los perroflautas como usted, tirados a la bartola y rascándose la barriga, llegaran algún día a disfrutarla. Pero luego no sea tan imbécil de ir quejándose: «aaaay, que no me contrata nadie», si se presenta a una entrevista de trabajo vestido como un payaso del circo «Price».

    ¿Que no encuentran trabajo ni usted ni sus amiguitos de las «manifas»? Oiga, pero es que trabajo hay el que hay. En mi tierra, en la provincia de Jaén hay unos hermosos olivares y en la de Huelva unos bonitos fresales que todos los años necesitan gente para la recogida. ¡AAAAAAAAH! Pero es que se está mejor tirado al sol en Sol comiendo, bebiendo “kalimotxo” y fumando porros de gorra (no me tengo porqué creer que diga que no lo hace) y dándoselas de “robolucionario”, diciendo que van contra el sistema cuando son los perritos falderos del sistema socialista que padecemos, antes que doblando el espinazo. ¿Qué tienen que ofrecer al mercado laboral? Si nadie les contrata es porque había otros candidatos más idóneos, que tenían más que ofrecer al mercado laboral y que sabían de la existencia de una cosa llamada agua (H2O), de una cosa llamada jabón y de la crema y la maquinilla de afeitar. Es la ley de la oferta y la demanda, le guste o no.

    Contra el «sistema» o «contra los bancos», que eso tiene más gracia todavía. Por que a un tal «Llobregat», ¿qué le pueden haber “robado” los bancos? ¿Qué coño les han “robado” si no tienen ni un puto euro en una puñetera cuenta? No son “santos de mi devoción” los bancos españoles pero ¿quiénes son usteds, perroflautas, para decir lo que deben o no deben hacer si ustedes no son los que sostienen el sistema financiero?

    ¿Para qué se manifiesta contra el PPSOE? Manifiéstese, en todo caso, en Bruselas contra la tiranía de la UE y contra la zorra teutona de la Merkel, que es la que nos dicta lo que debemos o no debemos hacer. En el PPSOE no son más que unos «mandaos» y ustedes no se enteran, pringaos.

    ¿Quién es el que vive «en las nubes», «Llobregat»?

    «se está apartando de la senda de la recta virtud y profanando el espíritu de la letra de sus santas escrituras»

    Ah, no, tranquilo, no soy un legalista (no voy a perder ni un segundo en explicarle eso puesto que ni lo merece ni es digno), lo único que me justifica ante Dios es la sangre del Señor Jesucristo. Por lo demás, soy tan pecador como usted.»

  2. He vuelto a publicarlo pero es muy probable que me lo borren de nuevo. Todo sea porque el «MOJONCETE DEL BAJO LLOBREGAT» (menuda vocecita de ardillita o de rata de cloaca debe tener ese sujeto) parezca que ha sido «ganador del debate».

    De todas formas, insisto, en el fondo, esta gente lo que produce es piedad cristiana al leerlos. Hay que ORAR por ellos.


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