Posteado por: Javier | junio 18, 2012

«Matrimonio homosexual. Mi posición como creyente y liberal», por Mike Sala

Dándome una vuelta por Internet me he encontrado con este artículo publicado en «El Republicano Digital«, una de las mejores bitácoras españolas de opinión liberal, sobre el matrimonio homosexual y qué postura podemos adoptar los liberales ante la situación de que es algo que, nos guste o no, ya tenemos entre nosotros, que me ha parecido de interés traer aquí, pues al final llega a una conclusión similar a la que tengo en mente. 

Con respecto al tema confesional, aclarar, como es una comunidad religiosa no muy conocida en España, que Mike, el autor, es mormón, miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En España, todo lo que no es católico se mete, como en un cajón de sastre, como «evangélico», pero hay que aclarar que los mormones no son evangélicos. Para los protestantes, desde los tiempos de la Reforma del siglo XVI, la única y exclusiva fuente de la Revelación de Dios es la Biblia, mientras que los mormones utilizan la Biblia, el «Libro de Mormón», más otros dos libros llamados «Doctrina y Convenios» y «La Perla de Gran Precio». Nacen como comunidad, en la primera mitad del siglo XIX en los EEUU, en un entorno protestante, pero no son protestantes, aunque en ese país tradicionalmente haya habido colaboración política entre ambos, al defender también valores conservadores y patrióticos. 

En relación al «matrimonio gay», esencialmente, sigo pensando lo mismo que en esta ENTRADA. El matrimonio es una institución cuyos efectos son contractuales entre ambas partes contrayentes (de hecho, la regulación en el Código Civil es muy similar a la de los contratos), fundamentalmente, les impone unas obligaciones y les limita en algunas de sus facultades de actuar (como en los temas económicos). Por eso, es absurdo que determinados colectivos reivindiquen que su unión constituya un “matrimonio” basándose en que “es un derecho”. Sería muy novedoso, un “derecho” que lo que te impone es obligaciones. En todo caso, habrá gobiernos que les concederán el que a su unión se le llame «matrimonio», como ha pasado en España y algún país más, y otros que no, y legalmente pues tendrá o no esa denominación, pero creo que, en cualquier caso el destrozo lo han hecho ya y lo que hay que hacer es salvar los restos del naufragio. 

Es decir, ¿cuánta gente ahora mismo, cuando piensa en el matrimonio, tiene en mente el modelo matrimonial definido en el Génesis («El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer»). ¿Son acaso matrimonios «cristianos» el 90% los que se celebran en las iglesias? ¿Están pensando los contrayentes en que se unen para ser una sola carne y servir a Dios mediante su unión? 

Llamemos como queramos llamar a la unión de dos gays, va a seguir existiendo, es algo que ya está entre nosotros desde hace años, no es una cuestión de que algo deje de existir por un cambio semántico. A quienes seamos creyentes lo que nos queda, de aquí en adelante, es educar a nuestros hijos (o los que no tenemos, a los que vengan en el futuro) en lo que es el matrimonio entre hombre y mujer conforme a la Biblia. 

Por lo menos, como concluimos en el hilo de esa entrada, privatizando el matrimonio las distintas confesiones religiosas serían libres de aceptar o no el «matrimonio gay» como un verdadero matrimonio o no, y se podría, de ese modo, salvaguardar la libertad confesional.

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MATRIMONIO HOMOSEXUAL. MI POSICIÓN COMO CREYENTE Y LIBERAL.

Por Mike (publicado en EL REPUBLICANO DIGITAL)

Alfredo, quien dirige la web El Liberalismo Democrático y Clásico, me invita a compartir mi opinión sobre los matrimonios homosexuales. Me envía el siguiente mensaje en Facebook, pero creo que es más conveniente responder mediante otras publicaciones que permiten comentarios más extensos: 

Solo queria saber su postura sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo ya que siendo mormón, también pensaba que tenían uds. problemas con las leyes matrimoniales y bueno, su perspectiva sería interesante.”  

Considero este tema verdaderamente interesante, desde un aspecto social y moral. Pero antes creo que es necesario aclarar algunos conceptos para entender mejor mi postura como mormón practicante y activo en la Iglesia, con responsabilidades docentes y miembro del Quórum del Sacerdocio.  

Alfredo comenta la posibilidad de que los mormones podemos tener problemas con las leyes matrimoniales. No es así, porque los mormones no somos polígamos. La práctica de la poligamia finalizó a finales del siglo XIX, como se puede consultar en los archivos históricos de la Iglesia, y también desde entonces la postura de la Iglesia de Jesucristo ha sido muy clara al respecto, incluso contra los grupos escindidos (muy minoritarios) que han seguido practicando la poligamia y que se autoproclaman así mismos como mormones. Estos grupos suelen aparecer en los medios de comunicación españoles. Medios que, normalmente, no están en absoluto documentados con respecto a nuestra iglesia, nuestras creencias ni nuestra conducta en la sociedad. 

Hace unos años escribí sobre el particular por causa de una confusión, muy habitual, que se dio en un programa de Onda Cero que escuché cierto día por pura casualidad. Hay un breve resumen y un audio de apenas unos minutos en el siguiente enlace: 

http://religionenpaz.blogspot.com.es/2008/12/onda-cero-poligamia-y-mormones.html 

Por tanto, los miembros de la Iglesia de Jesucristo (o mormones), no solo no tenemos ningún inconveniente con las leyes matrimoniales de los países donde estamos establecidos, sino que, además, en Estados Unidos, Canada, y creo que Australia y N. Zelanda – aunque no estoy seguro ahora al respecto – los matrimonios celebrados en nuestros templos tienen validez civil y legal. No así en España, donde nos casamos en juzgados o ayuntamientos y posteriormente en el Templo de Madrid. 

Otra aclaración que creo necesaria es nuestra postura específica respecto a la existencia humana. Los mormones participamos completamente de la vida social, política y científica… etc., aunque nos definimos como creacionistas. Para comprender mejor este punto de vista, que está íntimamente relacionado con el matrimonio y la familia, creo necesario que conozcan el siguiente manifiesto, realizado por el Presidente Gordon B. Hinckley en 1995, y que define perfectamente nuestra posición concerniente al asunto. 

http://www.lds.org/family/proclamation?lang=spa 

Para finalizar, citaré aquí, dos apuntes más que definen la postura de todo mormón activo en la iglesia: 

El 11º Artículo de Fe de la Iglesia de Jesucristo proclama lo siguiente: Reclamamos el derecho de adorar a Dios Todopoderoso conforme a los dictados de nuestra propia conciencia, y concedemos a todos los hombres el mismo privilegio: que adoren cómo, dónde o lo que deseen. 

Este principio se hace extensivo a cualquier punto de vista social o de otra índole del individuo, exceptuando lo que pueda incurrir en la comisión de cualquier delito. De hecho, esto queda suficientemente ampliado en la Sección 132 del libro de Doctrina y Convenios, que reclama el derecho de todo ser humano a desarrollar su propia conciencia, creencia, posición política, etc. 

Todo lo apuntado anteriormente fija unas bases liberales que a los miembros de la Iglesia, como es mi caso, nos llevan a tomar la siguiente posición respecto a los matrimonios de personas del mismo sexo. Posición que considero muy sencilla, precisamente por que se basa en los principios en los que creemos y tratamos de compartir. Ahora voy a personalizar en mí el comentario. 

Como miembro de la Iglesia, creyente y practicante, no apoyo bajo ningún concepto la homosexualidad en ninguna de sus variantes. Creo firmemente que la homosexualidad está en contra el principio ordenado por Dios respecto al matrimonio, la familia y el progreso eterno del individuo. Así mismo, creo que quienes pretenden justificar la existencia de la homosexualidad con conceptos tales como ser algo “natural”, o “presente en la historia de la humanidad desde el principio”, tratan de establecer su necesidad de justificarse con argumentos que no llevan a ningún resultado espiritual como cristianos. 

Pero, como miembro de la Iglesia, mi propia fe me lleva a defender el derecho de toda persona a vivir bajo los dictados de su propia conciencia y libertad. De modo que, si alguien quiere mantener relaciones con personas de su miso sexo, o los legisladores de un país aprueban la validez legal de los matrimonios entre personas del mismo sexo, yo tendré que respetar el hecho de que tales personas decidan conducirse así en sus propias vidas. Aunque, por supuesto, yo he desaconsejado a mis hijos el que lleguen a conducirse de ese modo en sus vidas, del mismo modo tendré que respetar en ellos, como en cualquier otra persona, el derecho que Dios concedió a todos para ejercer nuestro libre albedrío. 

Mi postura liberal, como miembro de la Iglesia, me lleva también a luchar contra cualquier tipo de persecución hacia los homosexuales, precisamente porque deben respetarse sus propios derechos. Pero, por descontado, reconozco que me siento agredido cuando cualquier homosexual radical me persigue por el hecho de ser creyente y no apoyar la homosexualidad. Para estos radicales, el no apoyarles es equivalente a perseguirles. Al fin y al cabo son fanáticos, como puede darse el fanatismo en cualquier colectivo. 

Estoy muy agradecido a Alfredo, a quien considero hombre cabal, por esta oportunidad para compartir mi punto de vista respecto a esta polémica. Estoy disponible para cualquier aclaración o duda sobre mi parecer. Un saludo a todos.


Respuestas

  1. ¡Anda! No sabía que se lo había enviado a usted también jaja. Pues bueno, voy a comentar un par de cosas porque este tema no es una tontería y no podemos ser frívolos. Yo lo que procuro siempre es ser lo más justo posible.

    Bien – como ya hemos convenido, caben dos posibilidades – o bien se «privatiza» el matrimonio, o bien permitimos el matrimonio homosexual si esto es algo «público». La privatización no es lo ideal tampoco, ojo – se darían casos de «iglesias» haciendo lo que les plazca con el matrimonio, aunque ciertamente no sería impuesto a nivel estatal sino solamente a quienes quieran formar parte de ese pacto. Lo que ocurre con esto es que habrá problemas de fiscalidad – Hacienda no ve igual a un matrimonio que a una pareja que a un soltero, etc, etc. He ahí donde veo muchos problemas y por eso habrá que pensar seriamente en todo eso.

    En segundo lugar, tenemos la «opción» pública – en ese caso, tenemos lo que hay ahora – el problema surge con el tema eclesiástico – o bien se le quita a las iglesias la capacidad para casar a personas, o bien deben asumir que si el Estado tiene la competencia sobre este tema, tendrán que casar también a personas homosexuales.

    Mire, Javier, usted y yo sabemos bien que esto no es una tontería y que lo que un liberal no debe hacer jamás es decir cosas como «vaya tontería, esto hace 100 años no era un debate». PUES AHORA LO ES y habrá que forjar ideas para la nueva realidad. Como ya dije el otro día, no me gusta gran parte de los argumentos frívolos que hoy se usan por parte de ciertos sectores de la derecha.

    La postura de Mike es bastante interesante – por un lado, no aprueba moralmente de esos matrimonios ni de esa «opción» sexual, pero es lo suficientemente pragmático como para saber manejar los tiempos.

    Mike – le mandaré un correo con algunos temas respecto a su criterio, en aras de ir forjando una postura más o menos común. Gracias a usted por dar su criterio.

  2. Ah, lo vi publicado y me pareció de gran interés traerlo aquí. La privatización más que una opción óptima, puede que sea la menos mala. El problema, aparte del tema fiscal, que depende de qué es un matrimonio para el Estado, también es que habría que reconocer múltiples formas de unión «conyugal». En realidad, el Código Civil con la reforma del 2005 (involuntariamente, eso sí) ya deja la puerta abierta a la poligamia, al hablar de «los cónyuges», sin especificar nada más. Si no fuera porque la bigamia es delito, realmente, impedimentos legales no habría. En todo caso, serían morales o sociales.

    El caso es que hay que reflexionar seriamente sobre esta cuestión y dejarse de pamplinas. Sobre todo no «sacralizar» la forma del matrimonio en sí misma, como hacen los de Hazte Oír y demás grupos similares, que luego dicen que con esto nos estamos «cargando el matrimonio y la familia». ¿Acaso son matrimonios «cristianos» el 90%, o puede que más, de los que se celebran en España entre un hombre y una mujer? La realidad es que lo que era el matrimonio ahora mismo está arrasado también en el plano heterosexual, y desde hace años, no ha hecho falta que a la unión de dos gays, una cosa que es una realidad que está ahí, lo queramos o no, un iluminado le ponga el nombre de «matrimonio» para cargárselo, como si el nombre de algo cambiase su esencia.

    Otra idea que me parece tenía cierto interés fue una que dejó caer Andrés Álvarez hace tiempo. Él decía, me parece, que el término «matrimonio» en España debiera dejarse para el Derecho Canónico, para quienes contrajeran la unión conyugal de esta forma, mientras que todo lo demás sería «unión civil», una unión entre personas que de forma libre y consentida deciden compartir públicamente y a efectos legales numerosos aspectos de la vida.

    Para ser justos, no solo debiera ser «matrimonio» el canónico, sino el de otras confesiones religiosas, aunque aquí habría que ser muy riguroso a la hora de determinar qué es una «religión». Otro problema es que no creo que hubiera demasiado consenso pues no solo los gays, sino muchos heterosexuales, aunque pasen olímpicamente de la religión, no tragarían que les dijeran que su unión no es matrimonio. Los homosexuales, por supuestos, para ellos es una reivindicación de «igualdad», pero los heteros también.

  3. «Para ser justos, no solo debiera ser “matrimonio” el canónico, sino el de otras confesiones religiosas, aunque aquí habría que ser muy riguroso a la hora de determinar qué es una “religión”.»

    Sí, creo que ahí al Andrés se le salió la vena cultural católica que pesa sobre muchos españoles, al asociar canónico con la Iglesia católica.

    «Otro problema es que no creo que hubiera demasiado consenso pues no solo los gays, sino muchos heterosexuales, aunque pasen olímpicamente de la religión, no tragarían que les dijeran que su unión no es matrimonio. Los homosexuales, por supuestos, para ellos es una reivindicación de “igualdad”, pero los heteros también.»

    No entiendo muy bien este párrafo, Javier.

    Tema matrimonio «heteros» – es que si se fija, el argumento principal que usan los que están en contra del «gaytrimonio» es que «no es para procrear» pero efectivamente, ya NINGÚN matrimonio tiene ese objetivo como algo primordial. La gente hoy se casa por diversos motivos.

  4. » Sí, creo que ahí al Andrés se le salió la vena cultural católica que pesa sobre muchos españoles, al asociar canónico con la Iglesia católica.»

    Jajajaja, sí, sí, creo que fue así, esa cosa mental que lleva a asociar «cristianismo» con «catolicismo» automáticamente. No creo que se oponga, no obstante, a que sea extensible a la regulación matrimonial de otras religiones.

    En cuanto al párrafo, me refiero a que para los gays que a su «arrejuntamiento» se le llame «matrimonio» es una señal de «igualdad» y de «no discriminación». De que tienen «derecho» a casarse, en definitiva. Pero a muchos heterosexuales que se casan en el juzgado o el ayuntamiento (como todos los que se casan en una iglesia porque la ceremonia es «más bonita») seguramente también les hace «ilusión» que a lo suyo le llamen «matrimonio». Por eso es posible que fuera difícil asimilar este concepto de «unión civil».

    Desde luego que ahora mismo para muchos no es el fin primordial del matrimonio «procrear», montones de cosas, más o menos serias, pero no necesariamente procrear (menos mal, en caso contrario, podrían ser víctimas de la conspiración de las sillitas de bebés…).

  5. Una duda que me asalta, estás o no a favor del matrimonio homosexual? Porque hablar hablas bastante de que es un contrato, pero no dices que te parece. Y si efectivamente es un contrato, que lo es, pueden celebrarlo quienes sean, sean del mismo o de otro sexo. Si se defiende el matrimonio como un contrato has de aceptar y apoyar el matrimonio homosexual, no es más que un contrato entre dos personas, cualesquiera que sean

  6. Deus:

    De lo que estoy a favor es de encontrar una fórmula por la que se respete la libertad confesional y posiblemente la privatización del matrimonio como un contrato que ambas partes deban respetar es la salida menos mala. Allá cada comunidad religiosa si reconoce ese acuerdo como «matrimonio» o no, sería una cuestión de conciencia de las iglesias o los individuos.

    Si apoyara el matrimonio homosexual también tendría que apoyar la poligamia u otras prácticas, ¿por qué los homosexuales sí y los polígamos no? Sería discriminatorio.


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