Posteado por: Javier | agosto 18, 2014

Sí a una renta de carácter «básico y universal»

No, no, no, tranquilos, ni me voy a dejar coleta ni me voy a afiliar a Podemos.

Ni soy “comunista” ni “chavista” ni nada por el estilo, como tampoco supongo que fueran comunistas ni chavistas ni se dejaran coleta algunos economistas clásicos y liberales que, desde hace muchos años, en lugar de cobrar una pasta por ir a tertulias “masaje” como las de los medios de comunicación de la derecha española (lo de “masaje” por eso de que parece que, en lugar de debatir, lo que están es dándose un masaje unos a otros), a lo que se han dedicado es a investigar vías y devanarse los sesos para intentar encontrar una fórmula por la que toda la población tenga un nivel mínimo de subsistencia cubierto.

Estos días he estado leyendo con bastante atención las dos últimas entradas de nuestro compañero Pedro (AQUÍ y AQUÍ) sobre dos de los puntos del programa de Podemos que más polémica han generado y más ataques han recibido: la reestructuración y renegociación de la deuda de España y la “Renta Básica Universal”. Con respecto a la segunda, en la que me voy a centrar aquí, rápidamente ha sido tachada, en el más simplón de los casos, de “comunista” o “bolivariana”, cuando no mediante deficientes artículos llenos de incongruencias y conclusiones torticeras, como una forma de intentar el “acojone” del personal (ya se sabe, el “con medidas así entraríamos en un infierno similar al de la Venezuela chavista”) de forma en apariencia más refinada y sofisticada.

Bien, ¿en qué consiste esto de una renta básica de carácter “básico y universal”? Véase que digo “de carácter básico y universal”, es decir no le doy el nombre exacto que le dan en Podemos, no porque a priori me parezca que sea mala la forma que ellos proponen, sino porque esto no es algo que se haya inventado Podemos. Aquí lo que me interesa es discutir sobre una idea general de una renta que tenga este carácter, básico y universal. Podrá ser más o menos válida la idea como la plantea Podemos, habrá otras mejores o peores, eso sería cuestión de debatir después, lo interesante como partida es determinar si se trata de una idea descabellada o si, por el contrario, teóricamente es defendible. Y, si es una idea con sentido, no tiene porque ser a priori el válido el modelo de un autor u otro, eso sería una discusión posterior.

¿Estoy a favor de este tipo de renta? SÍ, y paso a indicar los motivos.

Supongo que casi todos conocéis al economista liberal y uno de los mayores impulsores del monetarismo Milton Friedman y su propuesta de un Impuesto Negativo sobre la Renta. Los que hayáis leído sus libros “Capitalismo y Libertad” y “Libertad de Elegir” os sonará de qué va la historia.

FRIEDMAN

¿Cómo funcionaría un Impuesto Negativo sobre la Renta? Es muy sencillo. Se establecería un nivel de ingresos mínimo deseable. Y si no se llega, incluso trabajando, la diferencia sería cubierta por una tasa negativa. Así, si el nivel deseable, por citar un ejemplo se fijara en 20.000 euros anuales para una familia de cuatro, y la tasa de renta negativa en un 50% (el tipo que proponía Friedman), la familia que ganara 10.000 euros recibiría el 50% de la diferencia entre esto y el nivel deseable, es decir, 5.000 euros suplementarios del Estado, con lo que sus ingresos ascenderían a 15.000. Una persona sin ingresos recibiría 10.000. ¿Suena esto un poco a algo muy similar a una renta de carácter “básico y universal”? Pues es similar, no cabe duda.

Su propuesta fue muy bien acogida en su día por el Partido Demócrata, aunque finalmente no se tomo en consideración porque se temía que una medida de ese tipo desincentivase el interés por trabajar o por incorporarse al mundo laboral.

Friedman es el primero que nos viene a la cabeza cuando se habla de un ingreso mínimo garantizado por el Estado para las personas con menos ingresos. Pero no ha sido el único en plantear algo similar. Realmente, la idea es muy antigua. La finalidad de un Impuesto Negativo sobre la Renta es sencilla: pagar subsidios a los hogares pobres con el objetivo de incrementar sus muy limitados ingresos, eliminando o reduciendo el abismo de pobreza, esto es, la diferencia entre la renta de las familias pobres y la renta que se necesita para moverse por encima de la línea de pobreza. La novedad de un Impuesto Negativo sobre la Renta no es el hecho de dar el subsidio a los más necesitados, sino utilizar el impuesto personal sobre la renta como vehículo para tal fin. Si un contribuyente tiene un ingreso por debajo del punto de mínimo exento, dentro de la tarifa de impuestos que le sea aplicable, obtendrá un subsidio. Si, por el contrario, sus ingresos están por encima del mínimo exento continuará pagando el Impuesto. Es un método muy sencillo (como puede haber otros eficaces) de hacer el cálculo e ingreso de la cuantía de esta ayuda.

Como he dicho antes, hay antecedentes lejanos en el tiempo. Por ejemplo, ya desde el siglo XVIII, el “De subventione paupaerum”, donde se proponía un sistema asistencial para la ciudad de Brujas (Bélgica), financiado por los vecinos ricos, o el “Speenheland”, una institución de socorro general creada en Berkshire, en 1795, que se extendió a toda Inglaterra, y que concedía auxilio de acuerdo a las variaciones del precio del trigo. Así, todos los trabajadores con ingresos insuficientes para vivir eran acreedores a los beneficios de esta institución. Este sistema duró solamente hasta la Ley de Pobres de 1834, debido, principalmente a que había perdido prestigio por los abusos de los patronos, que reducían los salarios aprovechándose de la existencia de esa institución (aunque luego entraré en eso, precisamente, de adoptarse una medida de Impuesto Negativo sobre la Renta o Renta Básica Universal, hoy día también habría que introducir resortes de “seguridad” para evitar este problema).

Pero la primera propuesta real de Impuesto Negativo sobre la Renta llegó en tiempos de la II Guerra Mundial y se debe a la pensadora británica Juliette E. Rhys-Williams. Su obra se titulaba “Something to look forward to”. Esta obra vino motivada por el descontento con el sistema de Seguridad Social británico y, especialmente, con el seguro de desempleo, por sus efectos adversos en los incentivos al trabajo y por su trato de favor hacia determinados grupos sociales. Esta pensadora llamaba, inspirada en su idea contractualista del Estado, “Dividendos Sociales” a su propuesta de una renta mínima garantizada para todo individuo por su sola pertenencia a la comunidad. Robert R. Schutz, en una tesis doctoral, desarrolló un plan idéntico, en casi todos sus puntos, al plan de Williams, Eveline Burns, de la Escuela de Trabajos Sociales de la Universidad de Columbia, propuso al Gobierno Federal de EEUU que adoptaran un plan similar al propuesto por Williams, etc., es decir, antes de Friedman hubo ideas similares. También las ha habido después.

No obstante, existen diferencias, puesto que ha habido autores que han defendido un ingreso que recibirían todas las personas, con independencia de su nivel de renta, mientras que otros lo limitaban a aquellas que no llegasen a un “nivel deseable de renta”. Igualmente, también hay diferencias en cuanto a qué programas sociales serían sustituidos por este impuesto negativo o renta básica, o si no se eliminaría ninguno. Rhys-Williams, por ejemplo, proponía la sustitución de todas las prestaciones de Seguridad Social por esta renta, excepto las sanitarias, que seguirían siendo gratuitas y universales. Por último, también hay diferencias en lo relativo a cómo calcular esos niveles deseables de renta. Es decir, hay multitud de propuestas y posibilidades a discutir. Lo torticero e inaceptable es despachar el tema como lo despachan los “libegales”: “¡¡nos van a clavar a todos un impuesto del 56% y nos van a freír vivos!!”.

En cualquier caso, lo que caracteriza a toda propuesta de Impuesto Negativo sobre la Renta es que parte de la base de que es necesaria una cantidad de renta anual X, que debe considerarse como nivel mínimo de subsistencia vital para toda la ciudadanía. Ya sea para satisfacer las necesidades de un individuo, ya sea para satisfacer las necesidades de un núcleo familiar. Aquellos ciudadanos que tengan una renta superior a ese nivel, están sometidos a un impuesto que, de esa manera, reduce su renta disponible. En consecuencia, la recaudación correspondiente se destina a financiar ese subsidio que el Estado concederá a los núcleos familiares o ciudadanos que estén por debajo del mínimo vital, incrementando, pues, sus recursos disponibles.

Milton Friedman hizo su propuesta en 1963, en su libro “Capitalismo y Libertad”. Friedman observó que los contribuyentes al impuesto federal sobre la renta disfrutaban en los Estados Unidos de una deducción fija, aparte de las deducciones suplementarias por cargas familiares. Aquellos que superaban la suma de tales deducciones disfrutaban de una reducción del impuesto por una cuantía determinada por tal suma. Aquellos que se encontraban por debajo de esa suma están exentos de tributación, pero no disfrutaban de ningún beneficio suplementario en base a su menor renta. Lo que Friedman era dar a estos individuos un subsidio igual al 50% de la diferencia entre la renta conseguida por el contribuyente en un año y el importe de las deducciones a que tendría derecho si estuviese sometido al impuesto personal. Es el ejemplo que he puesto al principio. Una renta mínima igual a la mitad de las deducciones personales y un subsidio decreciente según crece la propia renta, que se eliminarían al alcanzar tal suma.

Eso sí, Friedman incluía dentro del “paquete” la supresión de todos los programas de asistencia social, para no distorsionar el mercado y dar más libertad de elección de servicios dentro del sector privado. Pero hay que tener en cuenta de que Friedman escribe en un contexto estadounidense a principios de los años 60, con una tasa de desempleo por debajo del 5%, unos salarios aún altos y un buen ritmo de crecimiento económico. No es el contexto español actual ni por asomo. Sacar a colación a Friedman lo que pretende no es que vaya a ser su método exactamente el aplicable (como tampoco tiene porqué ser exactamente el de Podemos), simplemente y nada más que se pretende hacer ver que esta idea de un ingreso básico universal no es descabellada en absoluto ni algo que no hayan defendido economistas serios.

Después de Friedman, otros economistas como James Tobin, Earl Rolph o Robert Theobald han formulado otras propuestas con variables sobre la original del economista de la Escuela de Chicago. Habría que decir que incluso el conocido “libertarian” estadounidense Charles Murray ha defendido una propuesta para un subsidio universal básico (que el fin último sea sustituir todos los servicios públicos por privados pagados mediante este subsidio es otra cuestión).

Una bastante interesante es la de Robert Lampman, quien no considera necesario que el Impuesto Negativo sobre la Renta sustituya a todos los programas de asistencia social, con lo que el coste de aplicación sería, evidentemente, más reducido que el de Friedman. A diferencia del de Friedman, el tipo no es del 50%, el de Lampman es del 14%, con lo que distorsiona menos los incentivos al trabajo. Al no suprimirse los programas de asistencia social, podría ser más asimilable a la actual realidad española.

Un problema podría ser el desconocer los efectos de la aplicación de una medida de este tipo en todo un país. Pero, sin embargo, sí han habido algunos experimentos como muestra. En EEUU se han llevado a cabo, desde finales de los años 60 hasta unos diez años después, algunos experimentos a gran escala, financiados por el Gobierno Federal, seleccionando al azar unas familias a las cuales se les aplicó un Impuesto Negativo sobre la Renta, comparándolas con otro grupo de familias de control que recibían beneficios del servicio de bienestar social. Los resultados fueron como mínimo interesantes: no se observaron grandes reducciones en los esfuerzos dedicados al trabajo, el consumo de las personas sometidas al experimento se mantuvo más o menos igual y los miembros más jóvenes de estas familias emplearon la reducción del trabajo para mejorar su formación académica. Pero, por supuesto, siempre hay que tener en cuenta que esto puede no ser exacto del todo puesto que el hecho de que una persona no actúe del todo espontáneamente, sino sabiendo que está incluido en un experimento, hace que cambien cosas de su comportamiento, aparte del hecho de que solamente se han comprobado los efectos sobre un subgrupo de la población.

Un problema puede ser la presión a la baja de los salarios, por ello habría que mantener legalmente la existencia de un salario mínimo. Un salario mínimo, pero sectorial, negociado entre las empresas y los sindicatos mediante convenios colectivos en cada ramo, puesto que las vulnerabilidades y las situaciones no son las mismas en cada sector (ese es el problema de un salario mínimo universal, el no reconocimiento de esas diferencias entre sectores). Habrá algunos en que tanto empresa como trabajador tengan que apretarse un poco el cinturón, pero habrá otros en que las empresas sí estén en condiciones de ofrecer salarios más altos.

Ahora, por ir concluyendo, vale la pena dedicar un poco de tiempo a un infumable artículo de Rallo en Libertad Digital, en el que clama voz en grito, cual profeta del apocalipsis, que una renta básica supondría para los españoles soportar una carga tributaria del 55,5%. Aunque muchos sepamos ya que, cada vez que los marianistas abren la boca, no es el bienestar ni la libertad de los españoles lo que buscan, sino favorecer los intereses mega-empresariales de sus amiguetes, y que el escrito es solo comestible y digerible si es para consumo interno de los rallistas más sectarios, nuestro amigo Pedro respondió ya a este artículo torticero:

“En él plantea un estudio con una tasa de IRPF fijo del 55% y una renta básica de 6.000 euros anuales. Realmente él coge el número de un estudio que hizo Daniel Raventós, uno de los principales economistas que defienden la renta básica en España, un estudio destinado a mostrar la viabilidad económica de la RBU en Cataluña. Pero Rallo lo mezcla todo y usa este ejemplo con un excel para concluir lo que quería concluir: La mayoría de contribuyentes salen perdiendo (el 56%).

Claro, a esta manipulación le tuve que hacer varias críticas: 1- Usar un impuesto plano del 55% es arbitrario y en ningún sitio pone que tenga que ser así 2- El IRPF podría seguir siendo progresivo 3- Se usan datos de 2010 (antes de las dos últimas subidas de IRPF) y por eso en la comparativa salen la mayoría de contribuyentes perjudicados 4- Se asume que toda la financiación de la RBU sería vía IRPF y no tiene por qué ser así, hay más impuestos 5- Se asume que el importe de la RBU no cotiza al IRPF 6- Se ignoran los efectos sobre la demanda agregada que tendría tener a muchos millones de personas con una capacidad de mínimo consumo que ahora no tienen”.

Y, de todas formas (y ahora viene el susto y los sudores fríos para más de uno), SÍ, es cierto que seguramente habría que subir impuestos a las rentas más altas del país, las grandes fortunas, para financiar una medida de este tipo.

Sí, es verdad, ¿y?

Los “libegales” repiten la filfa de que, con altos impuestos, los millonarios dejarían de invertir en un país o región. Esto es un mantra con muy poca base real. Los millonarios invierten mucho más y generan más empleos y riqueza donde hay buenas condiciones de seguridad jurídica, seguridad pública, justicia eficaz y excelentes infraestructuras… justo lo que pagan impuestos altos. ¿En EEUU, hay menos inversiones en Nueva York o Nueva Jersey porque donde los impuestos son obscenamente altos y mucho gasto público? ¿Por qué no se van todos al sur agrario donde no hay apenas regulaciones, ni impuestos ni una fuerte legislación laboral? ¿O, mejor aún, por qué no se van a Somalia, donde ni siquiera se puede hablar de “Estado”? ¿Hay menos inversiones, menos empresas y menos empleos en los países nórdicos?

De todas formas, incluso suponiendo que los más ricos saldrían huyendo de un aumento de impuestos, si es así: QUE SE LARGUEN, no los queremos aquí. Ellos no viven en una caverna, no viven en otro planeta, su riqueza también está basada en la labor de los demás, ellos también se benefician de los impuestos que, con muchísimo más esfuerzos, pagan los demás, luego, si no quieren contribuir más para ayudar a aquellos que con su trabajo y esfuerzo también han puesto de su parte para que se mantenga su riqueza y nivel de vida, en España no los queremos. Fuera de España, pues no queremos a esos parásitos. En realidad, ni en España ni en ningún sitio. Tranquilos que no tienen muchos sitios seguros a donde ir. Pueden ir a la costa noreste de EEUU o al norte de Europa, donde se van a encontrar unos impuestos tan altos o mucho más que aquellos por los que hayan huido de aquí. Ni al sur de EEUU, ni al sur de Italia, ni a Grecia, ni mucho menos al Tercer Mundo se van a ir, ni a Sudamérica, para que algún discípulo de Chávez les expropie, ni a estados autoritarios como Rusia o China.

¡Sociata! ¡Comunista!”

¿”Comunista” yo? Pues… mejor comunista que un sinvergüenza. Al menos, un comunista es alguien equivocado pero honesto con lo que defiende.

Fin de la entrada.


Respuestas

  1. Una entrada excelente Javier. Debo agradecerle tantas referencias a mis escritos, que tenían el objetivo de abrir la mente de los lectores y desdramatizar pero que han acabado siendo altamente polémicos por quienes, por razones diversas, se niegan a que algo así se pueda plantear.

    El estudio de Rallo es un puñetero cachondeo. Usa algo como la RBU, que cambiaría absolutamente todos los parámetros del sistema del bienestar, y pretende desmontarlo ¡Con un excel de 5 columnas! Es tan grosero, son tantas las posibilidades que no contempla, las arbitrariedades que usa y la evidencia de que hace cálculos con el objetivo predeterminado que no hace falta ni comentarlo.

    Usted ya lo ha dicho en facebook pero voy a recordarlo de nuevo: Esto de la RBU puede ser lo más izquierdista del mundo o lo más «neoliberal» del mundo, todo depende de cómo se estructure la RBU. Hay quien usaría la RBU para privatizarlo todo, otros que suspenderían algunas prestaciones por su existencia y otros que meramente la sumarían a lo ya existente; y estos tres grupos tendrían unos objetivos absolutamente diversos.
    Personalmente creo que una buena RBU debe tener ciertas condiciones:

    – No debe desincentivar el trabajo
    – No debe crear un «tapón salarial» y no debe permitir que las empresas bajen los sueldos sabiendo que el estado va a «mantener» a las familias.
    – No debe «regalar» dinero a quien no lo necesite, por lo que hay que buscar el sistema fiscal de que ese dinero se devuelva de alguna manera en esos casos.

    Esos tres factores se pueden conseguir con un sistema fiscal complementario a la RBU que tenga en cuenta las potencialidades negativas del mismo.
    La RBU tendría potencialidades positivas y voy a dar una que creo que a usted le interesará y que creo que no se ha contemplado: Yo creo que algo así podría solventar esa diferencia de protección social que tienen los autónomos respecto a los asalariados y probablemente potenciaría el trabajo autónomo y el autoempleo.

    Yo creo que todavía hablaremos mucho de la RBU, pues es algo que va a entrar en la agenda de los políticos en los próximos años.

    Saludos,

  2. Hola,

    Muchas gracias, y, en fin, hay que reconocer que ha hecho un buen trabajo por explicar que este concepto de la RBU, aparte de que no es algo “marxista” (puede ser muchas cosas, desde comunista hasta libertario) puede utilizarse de muchas formas distintas y con varias alternativas a la hora de intentar hacerlo viable, así como con diversos fines.

    Salvando las diferencias, pasa como con los impuestos. Crear un binomio “Impuestos bajos buenos vs. Impuestos altos malos” es un simplismo que no es real. Los impuestos son un instrumento más de la política económica, algunos pueden bajarse y otros subirse, dependiendo de hacia dónde se quiera dirigir esa política y sus metas.

    Algo de información que debo añadir. He dicho que hasta ahora ha habido varios experimentos en EEUU. Sin embargo, en el Estado de Alaska sí hay una RBU consolidada, una pequeña renta para las familias de 900 dólares anuales financiada por los dividendos del petróleo lo que hace que, a pesar de no suponer una cuantía elevada, sea uno de los estados de EEUU con menor desigualdad y en donde los índices sociales más han mejorado.

    Al hablar de esto, pienso que se debería hacer abstracción mental y olvidar por un momento que ahora mismo quienes lo proponen en España son Podemos y Pablo Iglesias, que creo que es algo que condiciona mentalmente a muchos, en parte por desconocimiento (aunque haya casos en que es sectarismo, como el de Rallo). A partir de ahí, ver si económicamente es viable y sostenible, cómo se financia, en qué partidas podría haber ahorro, y qué habría que modificar, caso de aplicarse.

    Esto evidentemente será un trabajo en el que habrá que estudiar y valorar muchas cosas, y no, desde luego que no es para despacharlo con un excel cutre, encima manipulando datos. O, más bien, primero decidiendo a qué conclusiones se quiere llegar y luego generar los cálculos que supuestamente sostengan esas “conclusiones”.

    En cuanto, a sus condiciones para una RBU “a la española” estoy de acuerdo. Entiendo que “universal” sería en el sentido no de que se vaya a pagar a todo el mundo, sino de que todo ciudadano es potencial perceptor de la misma (alguien puede superar los niveles de renta mínimos y no ser beneficiario, pero sí serlo si llega un momento en que su situación empeora y su nivel baja de ese mínimo), aunque en la práctica no lo sea. Ahí podría ser interesante el INR (es simplemente una idea), más que nada por su sencillez, pues en la propia declaración de la renta se podría determinar quiénes serían beneficiarios y la cuantía de la ayuda, con las medidas que sean necesarias para no desincentivar el trabajo y no tirar los salarios a la baja. Aparte no se aumentarían demasiado los gastos administrativos de tramitación, pues serían esencialmente los mismos que para presentar la declaración anual de la renta.

    Por lo demás, de acuerdo con usted, y también espero que, tras estos inicios, con el tiempo se serenen las cosas y empiece a haber un debate serio a nivel político, y menos charlatanes.

    Saludos.

  3. Hola,

    en primer lugar felicitarte por el blog y he de decir que bastante sorprendido de reconocer liberales de verdad y no aquellos que entienden que la libertad es la receta para todo ignorando que con frecuencia esa receta implica eliminar libertad de otro lugar.

    EN mi opinión hay dos aspectos a favor de reducir el salario mínimo, por un lado habría que aclarar si cuando os oponéis os referís al salario neto o al salario obtenido sólo del trabajo. Si es lo primero nada que objetar, el salario mínimo, que bien pude ser sectorial aunque habría que seguir vigilando mínimos intolerables, podría establecerse en unos 300 o 500 euros que sumados a la RBU llevarían a un salario neto de alrededor de 1000 euros.

    Pero a mi me parece más interesante la aparición de empresas muy poco rentables cuya actividad pudiera ser muy beneficiosa para el entorno local, empresas de servicios de bajo coste como cuidado de ancianos, de servicios de decoración, de servicios artísticos, de apoyo a sectores en marginación, de formación técnica, de alimentación tradicional, deportivas y recreativas, etc. Muchas de esas empresas podrían ofrecer servicios a costes muy bajos si los salarios que tuvieran que pagar lo son.

    No sé cómo veis esta idea, es claro que fomentaría la deflación y podría prevenir efectos inflacionarios puntuales fruto del posible aumento de demanda agregada.

    Saludos y da gusto leerte.

  4. Hola, ChinPum:

    Muchas gracias y también es un gusto ver que hay gente a la que interesa un liberalismo sensato e igualitario distinto a lo que habitualmente pasa por «liberalismo» en España.

    Pues en principio no había pensado en una posible RBU integrada como parte del salario que contase como parte del salario mínimo. De partida, de todas formas, el salario mínimo en España no es tan alto, al menos en comparación con el de economías de un tamaño similar, es de los más bajos de Europa, salvo los países del Este, Portugal, Grecia o Turquía (incluso el SMI de Eslovenia supera al de España), pero, en cualquier caso, me parece mejor un sistema sectorial, como el que existe en los países nórdicos y centroeuropeos, por lo que he dicho en la entrada, cada sector tiene sus peculiaridades y situaciones. Quizá la única «pega» que veo en España es que, como las leyes laborales de aquí no obligan a sindicalizarse para ser beneficiarios de los acuerdos a que lleguen los sindicatos (como sí ocurre, por ejemplo, en Suecia), eso a lo mejor desequilibraría un poco la fuerza empresa-trabajadores a la hora de negociar un salario mínimo para ese sector.

    En cuanto a la propuesta de trabajo garantizado, si no me equivoco la defiende Alberto Garzón de IU, y tampoco me parece una idea descartable, tiene de bueno que las personas que lo realicen desempañarían una labor valorable y se sentirían útiles para la sociedad. Es una propuesta más a debatir como la RBU, ante una situación que es real y que va a durar mucho como son unas tasas de paro estructural y una imposibilidad de colocar a mucha gente en el mercado laboral. Curiosamente, el que hay personas que sin estar remuneradas aportan un valor social también lo ha dicho en alguna ocasión Daniel Raventós (uno de los mayores defensores de la RBU en España) como defensa de la renta básica. En cualquier caso, como digo, son dos ideas a valorar para garantizar unos ingresos mínimos a quienes estén bajo el umbral de la pobreza.

    Aparte de todo esto, tampoco estaría de más empezar a fiscalizar muy seriamente el tema de las horas extras que se están trabajando en este país, sobre todo las no pagadas y con las que se traga por temor a represalias o un posible despido. Hay cálculos según los cuales liberando esas horas extras fraudulentas se podría crear más de un millón de puestos de trabajo a jornada completa.

    Saludos y gracias de nuevo.

  5. Hola ChinPum,

    Lo que planteas tiene un problema básico: Tu quieres crear empresas muy poco rentables pero que creen «valor social» (por decirlo de alguna manera), pero para hacerlo crees que bajar el SMI es una buena idea. El problema de este planteamiento es que, si bien podría beneficiar tu objetivo, crearía multitud de situaciones que no has esperado y que no serían negativas. El SMI aplica a todo el mundo, y su bajada perjudicaría a millones de personas. De hecho y según un estudio reciente, el 35% de los asalariados cobran el SMI o incluso menos (por jornada parcial o por otras situaciones) ¿Qué pasaría con ellos si bajásemos el SMI? Muchos de ellos todavía cobrarían menos, y creo que convendremos que eso no puede ser.

    Cuando se quiere potenciar unos sectores específicos creo que es más conveniente hacer políticas específicas a favor de esos sectores, y no creando marcos generales que aprovechan otros.

    Yo soy más partidario de otra fórmula. Creo que actualmente hay mucha gente que sí se querrían dedicar a estas actividades de bajos ingresos pero que no pueden porque no facturarían lo suficiente para vivir, por un lado, y porque la cuota de autónomo se hace demasiado alta.
    Yo aquí veo una potencialidad importante a la RBU. Con ese mínimo que te impida caer en la pobreza, creo que mucha gente sí se podría dedicar a actividades de menor valor o que cuesten más de hacer rentables. Un fisioterapeuta, por ejemplo, podría dedicarse a dar masajes en una habitación del piso donde vive aunque ingrese 300 o 400 € al mes, porque gracias a la RBU no caerá en la pobreza. No tendrá por qué rechazar su sueño y tener que ir a cargar mercancías de madrugada para sobrevivir.
    Adicionalmente a esto habría que hacer algo con las cuotas de los aútónomos, pero una vez la RBU estuviese vigente sería más sencillo bajarlas ¿por qué? Porque la RBU ya cubriría la prestación básica del autónomo (la pensión) y también el desempleo.

    Para actividades más integradas y donde haga falta estructura se podrían dar ventajas similares a cooperativas, que al ser en cierta manera un tipo de «autoempleo colectivo» sí podría tener unas políticas salariales más laxas.

    Respecto a la deflación una cosa. Ahora mismo España está en deflación y, además, está endeudada. Estamos en las condiciones adecuadas para que una inflación de alrededor del 4% fuese positiva, tanto para eliminar deudas como para evitar que la deflación congele la inversión.
    La deflación hay que evitarla en nuestra situación, así que los efectos inflacionarios de la RBU no me preocupan en principio. Ahora, la inflación no se debe descontrolar, y ahí sí que es posible que estas ideas pudiesen «compensar» a la baja una hipotética inflación.

    Saludos,


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